lunes, 19 de abril de 2010

Como en una sartén hirviendo

Dice la mujer de Rodríguez Zapatero que se siente en Madrid "como en una sartén hirviendo". Bueno, imagino que Moncloa tiene buen aire acondicionado, pero aún así Sonsoles afirma que aquí se siente "enjaulada", y por eso prefiere Barcelona... Sí, y yo prefiero Santander, pero la obligación y mi familia me tienen ocupado aquí en Madrid. Qué le vamos a hacer.

Todo esto, y más, lo dice Sonso en Vanity Fair. Pero, aunque aún no me lo he leído todo, estoy seguro de que no habla de ese dorado retiro que les espera sin necesidad de trabajar hasta los ¿67 años? Sin duda la política, aunque sea doblemente política -el marido es el político, quiero decir-, hace perder perspectiva. Esa que te vuelve olvidadizo; tanto como para no saber cuánto cuesta un café (ZP) o llamar a las chuches "los chuches" (Rajoy), o cosas peores.

Dice Elena Benarroch que "al margen del coro, sus hijas, sus paseos y la piscina, no hace vida social. No le divierte La Moncloa. Ni le interesa". Vaya, qué vida tan dura. No ejerce de primera dama, lo que me puede parecer bien, pero es que entonces no veo de qué se queja. ¿De que no está con su marido? Pues nada, nada, que le anime a no presentarse -muchos se lo agradecerán-. Porque tenga claro que si se presenta, gana. Da igual la crisis, da igual todo. No hay oposición y así no vamos a ninguna parte. Bueno, sí, al Callejón del Gato...

Quizá Sonsoles se vaya a León, a Barcelona y a donde le plazca. Sí, hasta a ese pisito -o adosado o lo que fuera– que se compraron en Almería puede ser más agradable que un Palacete que no deja de ser una jaula de oro. Entiendo que no le guste, pero no entiendo que vaya de mártir. Y mucho menos con la que está cayendo en este momento, cenizas volcánicas incluidas, claro. 

2 comentarios:

Edu_Rob dijo...

Santa y envenenada razón llevas, Pet.

Y eso que comparto el sentimiento de Sonso, pero es que yo no llegué a Madrid a servir a nadie, como ellos, sino a servirme de lo que buenamente pudiera. Como tú, Pet. Como tantos.

Pandilla de mediocres. Qué pena dan y qué poca pena les damos.

Un brazo, Pet.

Peter Mihm dijo...

Creo que somos muchos los que entendemos esa situación; la del que está lejos de la que fue su casa, de su ambiente... Pero la vida no es así. Y mucho menos la política, que se supone que es entrega a los demás y sacrificio (al escribirlo se me ha dibujado una sonrisa como diciendo que una cosa es el deber ser y otra muy distinta el ser).

Como bien dices: "Qué poca pena les damos".