lunes, 16 de octubre de 2023

La vida en 18 hoyos

Tuve la gran suerte de poder ir a ver una jornada del Acciona Open de España y, ni que decir tiene, disfruté como un enano. Pude ver a Jon Rahm, sí, pero también a Justin Rose, a Pablo Larrazábal, a Rafa Cabrera Bello, a Jorge Campillo, a Adri Arnaus, a Adrián Otaegui y a un largo etcétera. Grandes todos. 

Me acordé mucho de aquellos lejanos días del Open de España en Pedreña, con Carlos Obregón, entrando como falsos caddies de Pepín Rivero, viendo a Rozadilla y a Carriles brillar, a Seve dándolo todo, a Merín peleando con los grandes en la primera jornada. Batallitas preciosas. Como ver a Nick Faldo, a Chema Olazábal, a Colin Montgomery, a José María Cañizares (y su precioso swing), a Manolo Piñero, todos jugando en tu campo. Parecía de ciencia ficción.

Pues algo así sentí días atrás. Viendo a Jon Rahm sientes algo parecido a aquello que te provocaba Seve. Admiración enorme y algo más. Eres conscientes de que ante ti hay alguien especial. Un deportista de esos que salen cada mucho. Grandes entre los grandes.

Algo parecido he experimentado viendo jugar en vivo a Rafa Nadal, a Pau Gasol, a Diego Armando Maradona o a Roger Federer. Auténticos elegidos.

Sí, ese es el lado de la gloria, el olimpo más glamuroso. Incontestable. Pero a mí me admira también ese talento trabajado del deportista no tan metido de lleno en los focos. Y por ello sentí la pulsión de seguir a jugadores no tan tops como Pablo Larrazábal.

A ver, para mí Pablo Larrazábal es muy top. Es un tipo con un talento enorme. Con unas manos maravillosas en el juego corto y con una sensibilidad con el putt muy por encima de la media. Pero que, como él mismo dice, batalla con jugadores que en la salida desde el tee ya le sacan 30 metros con el driver.

Disfruté mucho viendo a Pablo luchar contra el campo, sabiendo sufrir. Empezó mandando su primer golpe del día al bosque. Se repuso de una bola perdida (que incluso ayudé a buscar) firmando un bogey heroico en ese hoyo. Metió esos putts preciosos suyos; pura sensibilidad. Y no bajó nunca los brazos...

Y me hizo pensar que la vida son 18 hoyos. O igual son 18 hoyos que tenemos que jugar de vez en cuando. O muy frecuentemente. ¿A diario? Son la vida misma. En unos te va bien; en otros, no. En unos brillas; en otros te estrellas. En unos tienes la suerte de cara; en otros te es esquiva. A mitad de recorrido te puedes venir abajo, pero te toca levantarte. Siempre hay que luchar. Y el trabajo suele ser una buena herramienta para que te vaya mejor.  

Me cuesta imaginar a Jon Rahm sin entrenarse, sin cuestionarse aspectos que le ayuden a ser mejor día a día. Tengo claro que los mejores en el circuito son aquellos que además de tener un talento especial lo pulen, lo alimentan y le dedican un tiempo precioso para lograr ser su mejor versión. 

Y disfruto muchísimo viendo el nivel tan altísimo de todos estos golfistas. Deportistas que te mandan una bola a 300 metros y te la colocan en mitad de calle. Profesionales que a 150 metros del hoyo son capaces de dejarte dada la bola. Que te sacan de búnker una bola que acaba a apenas medio metro del hoyo. Y lo valoro porque jugué al golf unos cuantos años. Y sé de la magia que hay que tener en las manos para jugar a esto. Magia y esfuerzo, como en el día a día. La vida misma.

lunes, 25 de septiembre de 2023

Louis Dunford: The Angel (North London Forever)

The Angel (North London Forever)
As I walk these streets alone, through this borough I call home
Upon the baron fields of Highbury 'neath the stadiums of stone
Through the turnstiles at The Angel, see the homeless on the green
From The Cally to The Cross, and every shithole in between
Pass the church, the mosque, a crack den, and the offie on the corner
See the brasses from the brothel that pretends to be a sauna
Watch the bedlam in the bookies, see the winners and the losers
Seeking solace from their sorrow in the local battle cruisers
Through the madness in the market, weathered faces turn to greet ya
"'Ello gov'nor, how's your mother?"
"You alright, son, be lucky, geezer"
Double pie and mash and liquor, a Cuppa Rosie Lee up chap
Or watch retired gangsters bicker, every day in Arthur's café
The little fuckers causing trouble, for the cozzers make you smile
You meet ya muckers for a couple, forget your troubles for a while
From The Thornhill to The Hemmy, all the faces are the same
'Cause the manor might be changing, but the people still remain
North London forever
Whatever the weather, these streets are our own
And my heart will leave you, never
My blood will forever, run through the stone
As I walk these streets alone, through a kingdom made of chrome
I see them ripping up the cobbles, and tearing down our childhood homes
I see the architecture changing, watch the history disappear
And the skyline rearranging into towers of veneer
But I see the remnants of a London that they thought they could erase
Every time I hear the old school talk about the good old days
Or every time I watch the football and have a ruby with the lads
See an hoister selling clobber or a dealer shooting bags
It's in the single mothers juggling a baby and a job
In every single brother struggling that wound up in the dock
It's in the roots and the foundations, still clinging to the land
It's in the bricks that built the Morland and Popham that still stand
It's in my family and my friends, in every gram and every Benz
It's in the roots that we inherit when a generation ends
It's in the ruins of your youth and the faces of your past
'Cause the manor might be changing, but the people always last
North London forever
Whatever the weather, these streets are our own
And my heart will leave you, never
My blood will forever, run through the stone

jueves, 31 de agosto de 2023

Kodaline: 'Everything Works Out in the End'

'Everything Works Out in the End'
I never seen it coming
I couldn't read the signs
And now I know that it means nothing
But you are always on my mind
I got tricked into believing
You were the only one for me
But the truth can be deceiving
And I was just too young to see

They told me
Everything works out in the end
Everything works out in the end
They told me
Everything works out in the end
Everything works out in the end

You got me treading on the water
'Cause I've never learned to swim
Now I know that it's all over
I better learn to start again

They told me
Everything works out in the end
Everything works out in the end
They told me
Everything works out in the end
Everything works out in the end

Everything works out in the end
Everything works out in the end
Everything works out in the end
Everything works out in the end

miércoles, 21 de junio de 2023

La torre del reloj de Murrayfield

En 1990 tuve la fortuna de ver un Escocia-Argentina de rugby en el estadio edimburgués de Murrayfield. Los locales venían de ganar el Cinco Naciones y aún mantenían un buen bloque que pasó por encima de los Pumas (49-3). 

Me parece que fue el último partido con la albiceleste de Hugo Porta, el genial apertura que ya contaba por entonces con 39 años.

Recuerdo que una de mis profesoras me consiguió unas entradas en el fondo sur del estadio, donde por aquel entonces estaba la famosa Torre del Reloj. 

Seguí viendo rugby por la televisión muchos años y con la remodelación del estadio en los años 90 dejé de ver esa torre tan característica. Pensé que era una pena semejante destrozo, pero ahí me quedé. 

Volví este 2023 a mi querido Edimburgo y desde el tranvía que te lleva desde el aeropuerto hasta St Andrews Square vi la torre en el lado Este del estadio. Me alegré mucho de que ese símbolo se hubiera preservado.

Leo que "en 1929, Sir David McGowan donó la Torre del Reloj. Hoy en día sigue siendo un punto de referencia, aunque se retiró de su ubicación anterior en la parte superior de las gradas en el Railway End cuando el estadio se sometió a una importante renovación y reconstrucción durante el período 1991-94". 

Tengo que reconocer que me emocioné un poco al ver que la piqueta no había acabado con ese símbolo. Y me alegré de que a veces se hagan las cosas bien.

Y, claro, recordé más detalles de aquel partido. Como el inicio, cantando el Flower of Scotland a pleno pulmón. O este ensayo bajo palos, un tanto fake, pero entrañable. A fin de cuentas, no se pisa el césped de un templo como este todos los días.

lunes, 24 de abril de 2023

¿Cuál es tu idea de la felicidad perfecta?

Me encanta esta pregunta perteneciente al Cuestionario Proust y que cada poco escucho responder en el pódcast de Javier Aznar, Hotel Jorge Juan. Me gusta ver cómo los invitados navegan esas aguas. Y me gusta ver cómo mi hipotética respuesta cambia semana tras semana.

Tengo claro que mis respuestas más recurrentes estarían ligadas a situaciones diversas con mi familia más directa. Estar juntos, todos bien, sin discutir, disfrutando de un viaje, de un buen restaurante, en la playa o haciendo algún plan diferente.

Pero luego hay vivencias inesperadas que hacen que te sientas feliz. A fin de cuentas la felicidad no es algo que se prolongue en el tiempo, son pequeños momentos que te hacen sentir en paz contigo mismo y te permiten disfrutar.

En este último viaje por Escocia he tenido varios momentos así, en los que puedo decir que he sido feliz. Y sí, lo puedo afirmar con convicción plena.

Por ejemplo, estar en The Oban Inn (pub de 1790,  de esta localidad costera) tomándome una cerveza –recordando a mi amigo Javi, con el que estuve en ese mismo sitio hace casi 32 años– y que empiece a sonar The Whole of the Moon. No, eso no es casualidad. Eso es una confluencia de energías. Eso es un momento perfecto. El destino mueve sus hilos y suceden cosas. Justicia poética.

Como también lo fue estar en The Wall, en Cockburn Street, tomando un café y descansando las piernas, y que empezara a sonar How Long Will I Love You? Que los Waterboys se te presenten así, sin avisar, es gloria bendita. Y más cuando estás en la mejor compañía. Pero, claro, es que ellos (los Waterboys) juegan en casa. Y de nuevo hay un algo que ayuda a que se dé ese momento perfecto. [Poco después, un grupo de unas cuarenta chicas inunda la calle con su performance y canta –y baila– Bad Romance. ¿Una despedida de soltera? Algo así sería, sí].

Y también es fácil sentirse feliz cuando tus hijas te ponen Sunshine on Leith mientras vas de copiloto de tu hermano en una minivan de Oban a St. Andrews. Y cantas para ti, hacia adentro. Y para afuera, para que los que van detrás perciban lo que estás sintiendo (y lo regulín que cantas). Pero escuchar a los Proclaimers en Escocia siempre es muy especial. Da igual el tiempo que pase. Como cuando vas en tranvía por Princess Street y visualizas la esplanada junto a la National Gallery donde en la película del mismo nombre (Amanece en Edimburgo, en España) un grupo muy numeroso canta y baila I'm Gonna Be (500 Miles). Eso es Escocia en esencia.

O ese momento en St. Andrews, primero acercándome al Old Course; después cruzando las calles del 18 y del 1; luego pisando el antegreen del 18 y pensando siempre en Seve. Recordando aquel abrazo con sus hermanos, con Merín llorando (aunque esto sucediera en Royal Lytham). Rememorando su putt y el famoso "lo metí", alzando su puño derecho al cielo (que esto sí que fue ahí mismo). 

O pisar la arena de West Sands Beach, la playa por la que corren Harold Abrahams y Eric Liddell, entre otros, en Carros de Fuego. Y pensar que cuando Abrahams estudiaba en Cambridge mi abuelo también lo hacía. Y que es más que probable que coincidieran en algún momento, ya que mi abuelo también era un gran deportista (capitán del equipo de tenis de Peterhouse, sin ir más lejos). Abrahams estuvo en Caius College de 1919 a 1923; mi abuelo, en Peterhouse, creo que de 1920 a 1924.

O cuando caminas por Auld Town y te llegan los compases a lo lejos de un bagpiper y eres capaz de reconocer que interpreta The Skye Boat Song, Amazing Grace o Rose of Tralee. Y te invade una sensación plena de... estar en casa.

Sí, se me va el santo al cielo con tanta historia. Pero es que creo que estas cosas son algunas de las que más feliz me hacen. Como dice Jimmy Barnatán: "El respeto por el pasado es acordarse y contarlo". Tal cual. 

miércoles, 19 de abril de 2023

Una pequeña historia contra el mito de la tacañería escocesa

El mundo de los tópicos nos lleva a veces a tener ideas preconcebidas que resultan completamente equivocadas. Así, por ejemplo, los escoceses tienen fama de tacaños. En Reino Unido es una etiqueta ampliamente arraigada. Sería algo similar a lo que se dice de los catalanes en media España. 

Stingy, tight, mean o cheapskate son algunos conceptos en inglés que se les achacan a los vecinos del norte de las islas (agarrado, roñoso, avaro, miserable, rácano, cutre). Incluso los Monty Phyton dedicaron algunos sketches a este asunto. Yo tengo que decir que nunca tuve esa sensación en mis días escoceses. Más bien al contrario. La señora de mi casa no era rácana, era humilde.

Y en esta última visita puedo decir que viví la experiencia contraria. Después de aterrizar en Edimburgo y recoger nuestra minivan (una Ford Tourneo Custom) fuimos a Stirling. Buscamos sitio para aparcar para dar un paseo por la conocida como 'la ciudad más pequeña de Escocia'.

Aparcamos en una zona regulada y no teníamos las monedas que nos pedía la máquina. Nada, recién llegados no teníamos ni media libra y no se podía pagar con tarjeta. Empezamos a valorar la búsqueda de un cajero, ir a una tienda a comprar algo y así poder pagar. Un desastre. Íbamos a perder demasiado tiempo.

Y ahí es donde surgió un alma caritativa, una amable mujer residente en la calle Glebe Crescent que nos dio, de manera altruista y sin dudar ni un momento, dos monedas de una libra para poder aparcar un par de horas. Es más, la señoruca hasta nos dijo si nos venía mejor una hora más. Pero nos dio apuro abusar de su generosidad. Eso sí, fuera tópicos.

Por otro lado, me cuesta imaginar algo así en mi propio país. Y me encantó que esto me ocurriera en mi querida Escocia. Aunque haya quien diga que la tacañería más que escocesa es edimburguesa. Seguro que los que dicen eso son de Glasgow...

P.S. El stormtrooper de La Guerra de las Galaxias a tamaño natural no fue un mal aliado.

martes, 18 de abril de 2023

¿A qué huele Edimburgo?

Es esa una pregunta recurrente. Muchos visitantes buscan ese dato y cualquiera que haya paseado por la capital escocesa sabe de lo que hablamos. Se trata de un olor dulce, suave, nada empalagoso. Unos dicen que Edimburgo huele a pan, otros a palomitas... Para mí no es nada parecido. Es como un olor ligero a pastelería poco azucarada, a cereales.


Los que saben afirman que el aroma procede de la mezcla de levadura de cerveza, malta y cebada de las fábricas de cerveza y destilerías de la ciudad. Aún hoy son varias las empresas que producen en el interior del mismo Edimburgo.

Ese es el caso, por ejemplo, de la North British Distillery Company y la Caledonian Brewing, ambas muy cerca de los estadios de Murrayfield (rugby) y Tynecastle (campo de fútbol del Hearts of Midlothian). 


Además, Innis & Gunn Leith Brewery Taproom, en el propio Leith, y Stewart, a las afueras de Edimburgo hacia el sur, son otras dos marcas típicamente edimburguesas que ayudan a que la en otros tiempos conocida como la Auld Reekie, la vieja apestosa o humeante, sea más humeante y menos apestosa. Un poco más lejos, a 30 km de Edimburgo, se encuentra la Belhaven Brewery, en Dunbar. 


En mi última visita a Edimburgo pude disfrutar dos días de ese maravilloso olor a primera hora de la mañana. Fue para mí todo un premio al madrugón. Y fue volver a aquellos días de hace más de 30 años en los que tuve la suerte de vivir en la ciudad de Robert Louis Stevenson, Sir Walter Scott o Arthur Conan Doyle

Pocas cosas nos hacen aflorar con mayor exactitud los recuerdos como lo hace la memoria olfativa. Bueno, quizá a un nivel similar al que supone reconocer en la distancia los acordes de una gaitero tocando The Skye Boat Song. Basado en hechos reales, vivido en primera persona. Y, curiosamente, tema central de la serie Outlander.

Así que ya sabes, si vas a Edimburgo, tómate una cerveza local como Caledonian, Innis & Gun, Belhaven o Stewart. Y respira hondo, que merece la pena.

P.S. Por cierto, han tenido que pasar muchos años para enterarme de que Tennent's es de Glasgow.

lunes, 13 de marzo de 2023

Gracias, Pau

Los juniors de oro ganaron el Mundial de la categoría en Lisboa. Pau Gasol aún no era el jugador maravilloso de poco tiempo después, pero ya estaba en el camino. Con el Barça nos dejó con los ojos abiertos, formando un tándem maravilloso con Juan Carlos Navarro. Se fue a la NBA y fue Rookie del Año. Luego llevaría a los Grizzlies a los playoffs. Sería seis veces All Star y ganaría dos anillos con los Lakers. Todo esto, amén de sus exitazos con la selección: campeones del mundo, de Europa... y varias veces medallista olímpicos. 


Ahora su número 16 deslumbra desde lo más alto del Crypto.com, a la derecha del 24 de Kobe Bryant. Y compartiendo honores con Magic, Abdul Jabbar, Shaq, Worthy Jamal Wilkes, Gail Goodrich, Jerry West, Wilt Chamberlain, Elgin Baylor y George Mikan. Casi nada.

miércoles, 18 de enero de 2023

Quince años sin ti

Este tramo del mes de enero se me sigue haciendo cuesta arriba, año tras año. Pero el día 18 me llena el cuerpo de plomo y de tristeza. Me siento antipático, incómodo en mi propia piel, como peleado con el mundo, me resulta difícil sonreír y todo me cuesta más de lo normal. Hoy hace 15 años que te perdimos y me siento mal conmigo mismo por no terminar de levantar cabeza.

Ayer salí a correr en un día frío, ventoso, con todo el suelo lleno de ramitas. Me costó mucho trotar un poco más de media hora, pero pensé en ti e incluso el cielo me hizo un guiño abriéndose y hasta el sol terminó por entibiar un poco mi carrera.

Pero me sentí triste y rememoré aquellas malas sensaciones que tuve en los días previos a tu muerte, allá por 2008, aquel año tan complicado en el que la vida me asestó varios golpes muy duros que me hicieron madurar de forma exprés.

Sigo echando de menos tu amistad, tu apoyo incondicional, tu risa, tu energía positiva y me parece imposible llevar tanto tiempo sin ti y ver cómo avanza el reloj, sin freno. Te sigo queriendo igual que siempre. Eso no cambia.