martes, 27 de octubre de 2020

Johnny Cash: 'Hurt'

 


Hurt

I hurt myself today 
To see if I still feel

I focus on the pain
The only thing that's real
The needle tears a hole
The old familiar sting
Try to kill it all away
But I remember everything

What have I become
My sweetest friend
Everyone I know goes away
In the end
And you could have it all
My empire of dirt
I will let you down
I will make you hurt 

I wear this crown of thorns
Upon my liar's chair
Full of broken thoughts
I cannot repair
Beneath the stains of time
The feelings disappear
You are someone else
I am still right here  

What have I become
My sweetest friend
Everyone I know goes away
In the end
And you could have it all
My empire of dirt
I will let you down
I will make you hurt
If I could start again
A million miles away
I would keep myself
I would find a way

martes, 13 de octubre de 2020

Una pequeña deuda pendiente con Elena Taboada

Javier Aznar:  ¿Cuál es tu idea de la felicidad perfecta?

Carlos Marañón: Me ha cambiado mucho la vida últimamente, pero... Es muy sencilla. O era muy sencilla: era yo y mi mujer en el coche, con nuestros tres hijos detrás. Me emociono un poco. Ahí nos sentíamos seguros, pensábamos que nada podía pasar, viajando a algún sitio. Es muy sencillo, siento ser un poco... que no es nada profundo ni nada imaginativo. Pero era eso: una sensación de seguridad y felicidad al mismo tiempo. Mis tres hijos atrás en el coche y ella y yo delante poniendo música, hablando, riéndonos. Esa es mi imagen de felicidad.

El que pregunta es Javier Aznar (@guardian_el_), escritor y autor del podcast Hotel Jorge Juan (que te aconsejo poderosamente). El que responde es Carlos Marañón (@futbolycine), director de Cinemanía, hijo, sobrino y nieto de futbolistas (su padre, Rafa Marañón, era uno de mis ídolos futbolísticos de la infancia) y marido de Elena Taboada.

Elena fue compañera mía en Vogue hace unos cuantos años. Recuerdo, cuando entró, las palabras de la directora de arte, que acababa de dar el visto bueno a su contratación. "Os va a encantar", nos dijo Elvira a Abraham y a mí. Los dos nos miramos, como pensando: "¿Qué se cree que tenemos en la cabeza? ¿Nos toman por dos enfermos? Si somos dos caballeros...". 

Pero Elvira no se equivocaba. Elena nos encantó. Cómo no nos iba a encantar. Guapa, elegante, dulce, inteligente, vacilona, cercana. Con una voz melodiosa y cautivadora, con un suave acento gallego que daba a sus palabras una magia especial: la suya. Con aquellos ojos verdes enormes, como de serie japonesa de dibujos animados.

Nunca olvidaremos aquella expresión suya de "menos lili lili..." como pidiendo que fuéramos al grano, que no nos fuéramos por las ramas y perdiéramos el tiempo divagando.

No trabajó muchos años con nosotros, pero mantuvimos el contacto y quedamos con ella a comer alguna que otra vez. Siempre fue un placer enorme saber de ella, de qué tenía entre manos, de su vida personal...

Elena pasó por varios sitios después de Vogue, creo recordar que por el Museo del Prado, la revista AD, una revista de runners, siempre imprimiendo su sello como maquetadora y diseñadora, dejando la impronta de su capacidad creativa, su buen ojo y buen gusto. Y también recuerdo sus maravillosos diseños de telas o su colección de ropa, BoTwist.

Cuando nos enteramos hace un par de años de su enfermedad nos quedamos helados. Luego pasamos a sentirnos muy orgullosos de ella y de su lucha. Siempre pensé que su enfermedad se cronificaría. Que los avances médicos jugarían a su favor. Aunque no me quitaba de la cabeza a mi amigo Barri y su lucha infructuosa contra la enfermedad. Un recuerdo que siempre me despierta los mayores miedos.

La actitud de Elena y su magnífico ejemplo siempre me llenó de orgullo. Me preocupé hace unos meses al no saber de ella. Contaba en Instagram sus evoluciones, su vida, sus cosas. Y dejó de hacerlo. Cuando reapareció me preocupé más, pues la percibí más baja de moral y cansada, y me quedé con que algo no iba bien. Le mandé varios mensajes de ánimo. Qué menos. 

Sería poco después, a primeros de agosto cuando me enteré del fatal desenlace a través de una compañera. Yo estaba de vacaciones en mi tierra y el mundo se me derrumbó bajo mis pies. No daba crédito a la noticia. Y pensé mucho en su marido y en sus hijos. Se me saltaron las lágrimas de manera espontánea y me inundó una tristeza infinita. Me resultaba imposible hacerme a la idea.

Lo compartí con algunos de los que fuimos compañeros suyos y todos se quedaron tan chafados, hundidos e incrédulos como yo, a pesar de tener conocimiento de su lucha.

Aún hoy me recorre un escalofrío por todo el cuerpo cuando pienso en ella. Pero prevalecen en mí los recuerdos bonitos. Su voz melodiosa, su encanto personal, su mirada limpia y esa buena vibración que siempre te hacía sentir nuestra querida Etaboada, como la llamábamos por ser esa la primera parte de su mail corporativo.

Las palabras de Carlos Marañón en Hotel Jorge Juan me han atravesado el alma este fin de semana. Me encanta ver su amor verdadero. Me entristece enormemente el trance vital que atraviesa. Y me reconforta saber la relación tan bonita que tenían. Elena siempre hablaba maravillas de su querido Carletto. Y este reconoce que ahora mismo "solo le sale escribir sobre Elena". No se me ocurre nada más bonito y más auténtico. Gracias a los dos por vuestro ejemplo. D.E.P., Elena. 

Yo siempre la recordaré así:

P.S. Elena Taboada falleció el 30 de julio de 2020, a los 44 años, después de pelear contra el sarcoma durante tres años. 

P.S.' Merece la pena darse una vuelta por su cuenta de Instagram: @elena_taboada.