jueves, 31 de diciembre de 2009

Año de nieves...


... año de bienes. O eso dicen, aunque la verdad es que vamos a tener que echarle muchas ganas, mucha ilusión y mucha 'sostenibilidad' para superar este 2010 que nos viene con pinta de 'revirao'.

Todo lo mejor para los habituales...

P.S. Y sí... es mi Vespa 200 E, matrícula de Santander, letra J, del año 1981 y adquirida en 1988. Un clásico.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Asuntos de familia

Mi padre siempre me contaba mil historias. Una de ellas es que su abuelo, médico, visitaba no sé cuántos pueblos a caballo. Medicina heroica sin duda. Los medios eran muy pocos y los casos a los que el doctor se enfrentaba, de lo más variados. A mi bisabuelo le sucedió en el puesto mi abuelo y a éste mi tío. Incluso mi padre fue también médico rural en Val de San Vicente.

Recuerdo una anécdota que contaba cuando él sufrió un accidente de moto yendo a un aviso. Una de las personas que primero le asistieron dijo: "Habrá que llamar al médico". Y otro comentó: "Pero si el médico es él...". O la que se refería a la obligación de dar de comer al caballo del galeno, allá a finales del siglo XIX. Mi padre decía que cuando llegaba el médico sacaban el pienso para el caballo y cuando el doctor entraba en la casa a hacer la visita, inmediatamente, al animal le dejaban a verlas venir... sin nada que llevarse a la boca. Ya se sabe, la picaresca hispana.

A lo largo de tantos años, fueron muchas visitas, muchas horas de consulta, mucha generosidad buscando siempre ayudar y sanar al herido, al enfermo... Siempre al servicio de los demás. Y hace ya unas décadas se decidió que la plaza de Pesués, donde se encuentra el Ayuntamiento de Val de San Vicente, pasara a denominarse Plaza de los Doctores Sánchez de Cos. Sin duda un motivo de orgullo familiar.

A mí no me dio por la Medicina; no tengo ni el talento, ni la vocación, ni ese afán de sacrificio, todos ellos tan necesarios. Sin embargo, el entrañable Luis Fernández, periodista deportivo de Televisión Española, me llamaba 'El Dóctor Cos'. Cuando llegaba a sus clases siempre decía lo mismo: "Aquí está, el Dóctor Cos. El hijo del médico. Un fenómeno". A mí me gustaba, primero porque era un homenaje a mi padre y, además, eso de Dóctor me recordaba a uno de mis favoritos: 'Doctor J', Julius Erving.

Pero a mi hermano mayor sí le dio por ahí -y nos quitó la 'presión' al resto de hermanos-, y sigue con la tradición de fidelidad al juramento hipocrático. Si es que, como muchas veces me sorprendo pensando: "Hasta Hipócrates era de Kos".

viernes, 11 de diciembre de 2009

Torpe hasta decir basta

Tenemos un Presidente al que podríamos estar adjetivando durante meses, sin parar. No le vamos a juzgar aquí por sus decisiones. No me apetece afear este blog. Pero sí que quiero comentar sus palabras del otro día cuando recibió a los héroes de la Copa Davis.

Aunque antes empezaré por una breve disertación tenística familiar. Mi abuelo fue un gran jugador de dobles (fue subcampeón de España en los años 20). Vi muchas horas de tenis con él, tanto en vivo como por la tele, pero lo que nunca presenciamos juntos fue a España ganando una Davis. Años después de su muerte, tuve la fortuna de ver como ganamos a Estados Unidos en Santander, en las semifinales de 2000. Fue en el club en el que mi abuelo jugó toda su vida, hasta con más de 80 años. Entonces me acordé mucho de él.

Luego, unos meses después, tuve el privilegio de ir como enviado especial a Barcelona, y viví momentazos tremendos al ver levantar la primera ensaladera de mi vida, la primera de España. Allí me presentaron entonces a un Nadal muy pipiolo, imberbe: "Te presento al futuro número 1 del mundo", me dijeron. Era un niño. Llevaba la bandera de España en la ceremonia de los himnos... y un par de años después ya se comía el mundo a raquetazos.

Costa y Ferrero nos hicieron sufrir y disfrutar a partes iguales en la jornada inaugural. Corretja y Balcells nos pusieron a un paso de la gloria con el doble. Y Ferrero nos llevó a lo más alto. Pero en un éxito global del equipo. Me acordé mucho más de mi abuelo entonces, claro. ¡¡Habíamos ganado una Davis!! A mí me parecía increíble. Tenísticamente era lo máximo. No se puede llegar más alto.

Pues bien, hemos ganado otras tres más desde entonces. Parece fácil, pero no lo es. Es el éxito de un equipo de jugadores, de un grupo de cracks. El circuito profesional representa el triunfo individual, aunque cada jugador tenga un equipo detrás; pero la Davis, no. Hay que ganar tres puntos y un sólo jugador no da el éxito, aunque pueda ser de gran ayuda. Ahí es donde está la torpeza de nuestro Presidente, que personalizó en Rafa, quizá sin pretenderlo, el éxito. La cara del resto del equipo fue de póker, pero aguantaron el tirón como pudieron...

Cuentan que a Verdasco le sorprendió que ZP hablara casi exclusivamente de Nadal. Nos ha fastidiado. "Rafa te queremos" y bla bla bla. "Eres un magnífico símbolo y embajador del deporte y de cómo hacer las cosas" y más bla bla bla. ¿Pero este tipo se entera de algo?

David Ferrer dio un punto vital en la eliminatoria después de ir perdiendo de forma clara por dos sets a cero. No se vino abajo. Tiró de garra y sacrificio ante un rival enrachado al que le estaba saliendo el partido de su vida. Ganó en cinco sets con 8-6 en el definitivo. Chapeau!! Toda una lección de coraje.

El sábado se jugaba un punto que es clave, el del doble. Siempre nos ha costado mucho ganar ese partido, históricamente. Pero tenemos a Verdasco y a Feliciano, que lo dan todo, que saben jugar y que conocen la importancia del tanto. Lo ganaron. Con rabia, con clase, con entrega. Nos dieron el 3-0 definitivo. Pero algunos no se enteran; prefieren pesonalizar. Van de líderes por la vida, desconfían de sus asesores, buscan apuntarse siempre ellos el tanto, y así nos va a los demás...

Alguien debería haberle enseñado a esta persona que el éxito nace del trabajo en grupo. Y eso que dice que le gusta el basket... No, qué va. A ZP le debe gustar tirar a canasta, pero no pasar la bola. Cree que sabe, pero desconoce el juego; y, por supuesto, no lo ama. Debe ser una especie de Rudy Gay, de Allen Iverson o de Willie Green, pero en versión garrafón, claro.

Por puro sentimentalismo guardo un bote de cristal en casa. Dentro de él hay un buen puñado de tierra batida. La recogí en la zona de saque de la pista del Palau Sant Jordi en el año 2000. Es un pequeño tesoro que homenajea a todos los jugadores que dieron su esfuerzo para que algún día fuera posible ganar la primera Davis (Santana, Orantes, Higueras, Arilla, Gimeno, Emilio Sánchez Vicario, Sergi Bruguera, Sergio Casal y tantos otros...). Ferrero, Costa, Corretja y Balcells nos la dieron por vez primera, pero fue el triunfo de muchos más.

Ahora pasa lo mismo. Tenemos una generación de tenistas de primer nivel, un auténtico lujo. Uno, el Presidente, mira el éxito y sólo ve a Rafa Nadal. Los demás, en ellos me incluyo, vemos al gran Rafa y a los titanes Ferrer, Feli, Verdasco, Robredo, Ferrero, Almagro, Montañés, García López, Óscar Hernández, Gimeno-Traver, Granollers, Ventura, Marc López, Ramírez Hidalgo... Una genereración tremenda, con varios en el top 30, y todos ellos han empujado de una manera o de otra para levantar la cuarta Copa Davis. Y mi abuelo, una de las personas más buenas que he conocido, disfrutando desde allá arriba...

jueves, 10 de diciembre de 2009

Tres lechones, tres


Más de 20 años tiene el documento y se nota, claro. Un rubito con buen color después de todo un verano sin dar un palo al agua. Un morenazo que parece sacado del equipo de El Hombre y la Tierra. Y otro rubio con aspecto de no haber roto un plato en su vida, a pesar de salir a hombros de la plaza de toros santanderina en pleno concierto de Radio Futura.

Del rubito paso, que lo veo todos los días al otro lado del espejo. Del morenazo y del de cara de bueno no puedo pasar porque representan el Premio Gordo; el que me tocó hace muchos años cuando los conocí. Dos tíos distintos, con personalidades marcadas, buena gente, divertidos, deportistas, compañeros perfectos para salir por la noche o irte a la berrea -como en esta imagen-. Dos miembros destacados del mítico 'Grupo de Moda', de Txiki Tanque Kaiser... Dos tipos inolvidables que hacen que esta foto siempre me acompañe allá donde voy.

lunes, 7 de diciembre de 2009

El raro -y siempre melancólico- otoño


Este año estamos viviendo un otoño peculiar y extraño. Las hojas no terminan de caer. Muchos árboles aún verdean y me cuentan que hay gente con alergias primaverales a causa de un extraño rebrote de algunas especies...

Cambio climático, comportamientos extraños del tiempo, calentamiento global... Muchas expresiones aluden a que algo pasa. El paso de los años dirá qué hemos hecho con el planeta; la falta de concienciación; lo poco que importa la naturaleza cuando lo que manda es el interés econonómico...

Llevo semanas mirando por esta privilegiada ventana que tengo a mi izquierda. Da a lo que Andrés Montes denominaba "el Paseo Marítimo de la Castellana", en Madrid. Las hojas se resisten a abandonar su árbol. Van cayendo, pero con lentitud, con retraso. Unos dicen que se necesitan varias heladas para que se desprendan de la rama, pero no terminamos de acercarnos a los cero grados día sí y día también.

Reconozco que ese verde que se permuta en amarillo intenso me vuelve loco; que el otoño en los bosques tiene un punto inigualable y que aunque es tiempo de nostalgias, a mí eso nunca me importó. Es más, me gusta recordar. Todo el mundo lo sabe.

Hoy llueve sobre Madrid y pienso que seguro que en Santander soplará el viento sur... Por eso me duele la cabeza; mi cuerpo está aquí, pero mi mente está allí... El otro día me crucé con Álvaro Pombo. Vive cerca de mi casa y es un cántabro más en esta diáspora madrileña, aunque él sea de los destacados y yo no. Él ya habló de algo llamado Una ventana al Norte. Y esa obra da nombre a la sensación que uno tiene.

Esté donde esté siempre tendré en mi cabeza Peña Cabarga, el Pico de Solares, los Picos de Europa -si está despejado-, la maravillosa Bahía con la lengua arenosa de El Puntal mirándome de frente, Peñacastillo emergiendo por detrás del Hotel Bahía, el campo de golf de Pedreña -del que visualizo ese espectacular hoyo 14 al otro lado, en lo alto de la colina-, el puente que une Somo y Pedreña, que proyectó mi tío abuelo y que da nombre al trayecto de un pueblo a otro (Avenida de don Evaristo Lavín Del Noval)... ¿Una ventana al Norte? Más bien parece un amplio ventanal o el Bay window que tenía mi abuelo en su casa de Muriedas para contemplar toda la Bahía en plan ángulo inverso.

Me he venido al curro en metro, escuchando un temazo tras otro. Lluvia, música, tiempo para pensar. Elementos que me invitan a recordar a mi gran amigo Barri. Hoy he visto varias fotos nuestras por la mañana, muy pronto: en la boda de Toño, en el Sardi, en la berrea con Carlos. Venía hacia aquí dándole vueltas a la vida, a la muerte, a la alegría de vivir de Camarón, a la tristeza por querer contar cosas a  mi mejor interlocutor y no poder...

Y he pensado en una canción de Bob Marley que nos gustaba mucho a los dos. No, no era Jamming -que también-, era Do it Twice



Es curioso, Bob Marley no es nada otoñal, para mí es estival cien por cien, pero ayer estuve escuchando este tema media docena de veces y es que el ritmillo del bajo se te mete dentro y no hay quien lo saque... Muchas horas pasamos los dos escuchando a este crack también desaparecido prematuramente (en la playa, por las noches...). Hasta esa afición por la música del genio de los dreadlocks dio lugar a uno de los motes más conocidos de Jose: Rasti. O su característico lanzamiento a canasta: el Rasti tiro. Poned la canción, subid el volumen. Y pensad en él: "I'd like to say: baby, you're so nice / I'd like to do the same thing twice...".

viernes, 4 de diciembre de 2009

Todo lo cura


Unos dicen que el amor hace pasar el tiempo y otros que el tiempo hace pasar el amor. Unos dicen que la distancia es el olvido. Y muchos piensan que el tiempo lo cura todo. Seamos sinceros, hay cosas que nunca se curan, hay heridas que nunca se cierran. Pero como no nos queda otra, aprendemos a ir tirando, a sobrellevar situaciones, a convivir con el dolor, con el recuerdo, con el amor, con el desamor, con la pena...

Los Eagles decían que "puedes emplear todo tu tiempo en ganar dinero; o que puedes gastar todo tu amor haciendo tiempo," más o menos. Vamos, que sólo se vive una vez, que hay actuar. Un carpe diem en versión californiana, con buenas guitarras y grandes voces. Que lo lleves al límite, hasta que no puedas más. Como hizo Fernando Martín.

Me acuerdo del escepticismo de Pío Baroja: "Yo creer, creer sólo creo en la aspirina". Es cierto, la aspirina cura mucho, pero yo me quedo con esta menta de la imagen; esta hierbabuena de mi pueblo, que esa sí que cura cuando te ortigas... Mano de santo. Y eso por no hablar de su gran utilidad para los mojitos o por lo bien que huele recién cortada. Cura el cuerpo y cura el espítitu. Todo lo cura. Y me sube el ánimo. Casi nada.

martes, 1 de diciembre de 2009

Un manteo público penoso

No sé en qué abará el calvario de un hombre llamado Diego Pastrana, pero me solidarizo con su causa. Resulta que su hijastra ingresó en un hospital donde se confundió "un golpe fortuito en un parque infantil con signos de maltrato continuado y un prurito alérgico con quemaduras provocadas". Blanco y en botella, claro. Un maltratador de niños, un verdadero hijo de puta. Ni juicio, ni nada, ni presunción de inocencia ni leches. Era lo peor, una escoria, una basura.

Pero ¿cómo es posible que se pueda llegar a esto? Recuerdo un titular junto a esa foto que todos hemos visto de esta persona, que ahora las pasa canutas, en el que se hablaba de "la mirada del maltratador"... Muy fuerte. Se trataba de la mirada de un inocente, de alguien muerto de miedo y roto por el dolor.

La niña de tres años falleció, eso ya no lo puede remediar nadie. Pero este hombre, al que ya todo el mundo pone cara -del que no sabemos si es buena gente, mala o regular–, ha recibido un mazazo tremendo, ha sido expuesto a un juicio público injusto, cruel, brutal y sin posibilidad de decir esta boca es mía. Se le ha demonizado sin saber nada más. Veo esto y pienso: "Lo peor es que eso le puede pasar a cualquiera. Me puede pasar a mí". Yo no podría soportarlo... Al dolor inmenso por la muerte de una niña se suma que encima te culpan a ti de ello. Sin duda algo no funciona.