lunes, 29 de julio de 2019

Yesterday


Obviamente, el mundo sería un sitio mucho peor sin la música de The Beatles. Me gustó mucho la película y disfruté como un enano con toda la banda sonora.



miércoles, 24 de julio de 2019

Buenos recuerdos

Hay veces que tu recuerdo se presenta sin llamar.
Y no pasa absolutamente nada.
Me gusta que sea así.
Que algo me recuerde a ti,
que me golpee con más o menos fuerza.

Me pasa cuando veo las montañas cántabras desde la meseta castellana.
Cuando cruzo la señal que marca la entrada en Cantabria.
Y mis chicas me riñen porque doy una ráfaga con el claxon.
No pido que me entiendan. Son cosas mías.
Vuelvo a casa a reencontrarme con una parte de mí,
con recuerdos, sentimientos. Mil cosas.

Me ocurre cuando paseo por los acantilados junto al mar.
Cuando la brisa marina me acaricia.
Cuando me doy un baño eterno, mecido por las olas,
y recuerdo los que nos dábamos hace ya muchas lunas.
Cuando respiro ese aire limpio y húmedo que tanto añoro.

Me sucede cuando escucho canciones que me hacen ver lo vulnerables que somos.
O temas que me envían al pasado y me devuelven al presente.
Temazos que me hacen sonreír o emocionarme.
Subir y bajar.

Y ahí estás tú siempre. Presente.
Tu sonrisa. Tu buen humor. Tu bondad.
Ese camino marcado que nos dejaste.
Y que no siempre es fácil de recorrer sin ti.

Como dice Mikel Izal: "Sé que no me queda mucho más tiempo de loop salvaje.
Pero déjame, mientras resista, que me desangre".

martes, 9 de julio de 2019

Luis Fernández, adiós a un maestro de RTVE

Ayer por la tarde me enteré vía Twitter de que había fallecido Luis Fernández, mítico comentarista de RTVE. Leí un tuit de Esteban Gómez y me quedé compungido. La noticia me golpeó bien duro, pues Luis formaba parte del altar de mis mayores afectos. Se me encogió el corazón.


Tuve la gran suerte –mucho más que eso, el enorme privilegio– de tenerle como profesor en la facultad. Me daba un seminario sobre Información Deportiva un par de días a la semana (jueves y viernes). Y allá que ibas, siempre cargado de ilusión, a aprender, a pasarlo bien.

Luis tenía el don de la cercanía, de hacerte sentir único, importante, diferente. Mis entradas a clase siempre eran iguales. "Aquí está, el doctor Cos, el hijo del médico", decía según cruzabas el umbral del aula. Ya te tenía conquistado; eras uno de los suyos.

Las clases eran una mezcla de teoría de la información, géneros periodísticos, chascarrillos, consejos para la vida, vivencias, divagaciones y un omnipresente buen humor. Mucho diálogo, mucha pregunta, mucha interacción. Muchísimas risas con sus ocurrencias, con sus giros.

Por allí desfilaron Ramón Trecet, José Ángel de la Casa o Luis Miguel López, entre otros amigos suyos de televisión. Y siempre te quedaba claro que era un profesional tan querido y respetado por sus compañeros como lo era por sus alumnos.

Te hablaba de las hermanas Garse: Emily y Paca. Te decía aquello de "manda huevos a Sandra, que se va de la ciudad". O la mítica "ese se chuta con Fundador". Y diversas letanías muy suyas que siempre nos divertían. Aludíamos a él como 'el hijoputica', palabro que usaba de manera cariñosa, como quien dice 'cabroncete'.

Y siempre te salía con alguna burrada que otra de esas que hacían las 'delicias' de todos los allí presentes. Te decía, por ejemplo, que había que tener limpio el micrófono. Que había que limpiarlo como uno se limpia la... Vamos, que había que cuidar el micro, en cualquier caso.

Y aquel consejo que siempre recuerdo: "Doctor (con pronuncianción inglesa, acentuando la primera 'o'), cásate con una farmacéutica. Hazme caso".

Muchos años después me lo encontré cerca de casa, en la calle Altamirano. Le di un sentido abrazo. Y es que encontrarte a Luis de verdad que te alegraba el alma. Hablamos un rato y le dije: "¿Sabes una cosa, Luis? Que te hice caso". "¿En qué me hiciste caso, doctor?". "Me casé con una farmacéutica". "Tú sí que sabes", remató.

Fue la última vez que le vi, pero su recuerdo sigue vivo en mí. Y hasta en mis hijas, que han oído hablar hasta de las hermanas Garse. Y que ven todos los días a un padre que ama el periodismo deportivo (aunque lo ejerza de manera solo tangencial) y el deporte en general. Quizá porque tuvo la gran suerte de tener como maestro a un grande: don Luis Fernández. Un señor de los pies a la cabeza. Un ser humano maravilloso que nos ha dejado, pero al que nunca olvidaremos.

Descansa en paz, Luis. Descansa para siempre en tu querido Gijón. Y tómate algo con Manolín Preciado, que me da a mí que os vais a llevar muy bien.


P.S. Ayer fue una tarde triste por la mala noticia, pero recordé los buenos tiempos vividos a mediados de los noventa junto a antiguos compañeros de la facultad como Fernando Magallón, Miguel Oliver, Juanjo Anaut, David Izquierdo, Guille Giménez o Ramón Fuentes. Muchas horas compartimos en aquellos años de carrera. Y muchas risas también.

lunes, 8 de julio de 2019

La foto de la gallinita de El Sardinero

Es una de imagen que en mi mente se convierte en mítica. Sobre todo porque yo estaba allí mismo. Recuerdo el día que soltaron a esa gallinita en un partido de comienzos de los 80.


En aquella época solía ir a Grada Norte, aquella grada descubierta en la curva del fondo norte, hacia el oeste, donde estaba el marcador y donde nos . Desde hacía unos años había vallas en los campos y en grada norte, cuando se llenaba uno no podía sentarse, así que a veces acababas en la misma valla.

La primera vez que vi esta foto fue en un montaje de un vídeo con la canción Por derecho, de Phil Grijuela. Congelé la imagen y pegué un pantallazo. Yo viví el momento desde el ángulo inverso, luego igual salía en esa foto.

Meses más tarde me hicieron llegar esa imagen en una calidad muy superior. Y allí estaba yo; agarrado con las dos manos a la reja. Inconfundible. Con doce o trece años, junto a mis compañeros del colegio Manolo Vidal y Paco Sebrango.


Sé que la historia no da para mucho más, pero me encanta encontrar recuerdos racinguistas documentados de alguna forma. Por eso una de mis fotos favoritas es una que hay en casa de mis padres en la que salgo con mis hermanos con el uniforme completo del Racing de 1972. Un uniforme con camiseta y medias a rayas verdiblancas, como a mí me gusta.

Cuando me preguntan de qué equipo soy siempre me viene una ola de orgullo, que nace de muy dentro. Es el amor por el equipo de tu tierra. Algo irrenunciable. Algo que viene de hace casi medio siglo.