miércoles, 21 de octubre de 2009

Zenaida Manfugás, la madre de Andrés Montes


Cuenta Quique Peinado, en Marca.com, que Zenaida Manfugás dejó a su hijo Andrés "criarse con Lore, un ama de cría, mientras ella recorría el mundo de recital en recital. Cuando su madre biológica volvió a buscarlo, ya adolescente, Montes la rechazó. Lore era su madre". Andrés siempre contaba que "cuando ella viene a España, la Reina va a los recitales"...

La pianista vino a España en 1952, becada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, y vivió en Madrid hasta 1958. En la capital permaneció bajo la dirección de Tomás Andrade de Silva en el Real Conservatorio Superior de Música. Andrés tenía dos años cuando ella decide emigrar para así seguir con su carrera musical... 

El también pianista Alberto Joya comenta que Zenaida tiene una "fisonomía que no es la ideal para el piano por así decirlo, ya que es de estatura pequeña, extremidades cortas y mano no muy abierta. Estas circunstancias han hecho que desarrolle ciertas habilidades y formas de resolver los problemas de técnica que presentan las obras con una naturalidad poco común". 

Guillermo Cabrera Leiva, columnista del Diario Las Américas, comenta que en ella "además de su extraordinaria capacidad artística existe un carácter dulce, una inteligencia superior y una integridad moral digna de reconocimiento. Su espíritu no se complace en lo vulgar ni sus gustos se complacen con lo mediocre. Y ese superior nivel le ha dotado de una personalidad única, donde brilla la sencillez al mismo tiempo que se destaca un natural señorío muy revelador". Montes era igual en algunas de esas cosas, en especial en lo que atañe a huir de lo mediocre y en lo de personalidad única...

El parecido físico con su madre es evidente, como lo es el de Nelson (por Mandela) y Orson (por Welles), los dos hijos de Andrés. Viéndola tocar uno entiende mejor esa sensibilidad especial de nuestro desaparecido jugón al hablar de música, una de sus mayores pasiones.

Y viendo el espectacular modelito de doña Zenaida uno también entiende lo de la afición de Andrés por las pajaritas y la ropa llamativa. Pero de toda la historia lo que más me emociona es cuando la madre regresa a España a comienzos de los 70 y el pequeño Andresito no se deja llevar por los oropeles de la artista y permanece fiel a su ama de cría, a la que siempre se comportó con él como su verdadera madre.

P.S. Tengo metida la melodía en la cabeza y no hay manera de sacarla de ahí. Me parece una bella sintonía para recordar al mito.

2 comentarios:

Álvaro Santos dijo...

"De estatura pequeña, extremidades cortas y mano no muy abierta" también era la excelente pianista Alicia de Larrocha, recientemente fallecida.

Peter Mihm dijo...

Pues sí, contra los cánones establecidos siempre estará el genio de los que se empeñan en llevar la contraria... y pueden.

Llevo días con este tema metido muy dentro.