jueves, 30 de abril de 2020

Iniciación al pan

El hecho de estar en casa confinado y no tener ninguna gana de salir de casa y poner en riesgo tu salud me empujó a tratar de hacer mi propio pan. En casa no podemos vivir sin este producto y eso me decidió a intentarlo. Pensaba que sería una chapuza, pero la verdad es que me quedé sorprendido de lo fácil que era ir mejorando.

El primer escollo fue, claro, tener los ingredientes. Al haber un claro desabastecimiento de levaduras frescas o de panadero y de harina, empecé por hacer unos bollitos con levadura royal y harina normal, de la que me quedaba en casa.

La verdad es que el producto final está lejos de lo que uno consideraría pan. Mucho más mazacote, pero qué le vas a hacer... El caso es que este tipo de bollo me salvó varios desayunos. Así que solo por eso siempre le tendré mucho cariño.


A pesar de las reticencias iniciales a pedir online (por no poner en riesgo a nadie), poco a poco estas fueron quedando atrás, pensando sobre todo en que a pequeños comercios de venta a domicilio les podía venir bien colocar sus productos. Así que conseguí harina de fuerza y levadura seca de panadero. Y ahí descubrí una nueva dimensión en la manera de hacer pan.

Ni que decir tiene que uno está muy lejos de ser un experto en nada, pero tengo que reconocer que estas primeras hogazas han estado por encima de mis expectativas. El pan queda rico y nos dura un par de días, con lo que cumple una función estupenda. Y al llevar solo harina, levadura, agua y sal, el producto es sano (tomado con moderación) y su coste es bajísimo.

Lo que uno no alcanza a entender es por qué no nos han enseñado a hacer esto antes. En casa de pequeños o en el colegio, sin ir más lejos. Estos son algunos de los productos finales.









Y, claro, antes o después había que lanzarse al mundo de la barra o de la baguette. Tenía mis dudas, pero investigué un poco y me lancé. El primer intento fue demasiado laborioso. Quedó rico, aunque un ligeramente denso. Quizá demasiada fermentación (jajaja). Incluso me lancé a ponerle unas nueces y unas pasas a uno de ellos, que quedó realmente rico.



Como siempre hay que buscar la mejora, al día siguiente me lancé a buscar algo que aligerara el producto. Menos fermentación y un par de detalles leídos en la red, aportaron lo que se buscaba. El resultado fue mucho mejor: un pan más ligero y más crujiente. Y en mucho menos tiempo.


Y seguiremos buscando mejorar en todo lo que se pueda. Pero lo que sí está claro es que esta afición llegó para quedarse. No digo que no vuelva a comprar pan nunca más. Pero sí que tengo claro que cuando no tenga no hay excusas. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Chema:

No hay chorizo para tanto pan........

Peter Mihm dijo...

Pues mira que he hecho unos cuantos kilos de pan estos días... Pero se ve que el chorizo se cuenta por toneladas.