martes, 18 de mayo de 2021

D.E.P., Franco Battiato

Lo que nunca tuve claro es si realmente "busco un centro de gravedad permanente, que no varíe lo que ahora pienso de las cosas, de la gente". Está claro que buscamos respuestas y algunas certezas que nos ayuden a sobrellevar nuestro día a día de la mejor manera posible, pero la realidad y el contacto con gente buena e inteligente muchas veces hace que cambiemos nuestras opiniones. Y no hay nada de malo en ello. Al contrario. 

Sea como fuere, siempre disfruté de la música de Franco Battiato y hasta de las versiones de Martes y 13 y su Franco Napiato. Y hasta tuve la gran suerte de verle en directo en la plaza de toros de Santander ¿a finales de los 80? Me bailan las fechas, pero podría ser 1987 o 1988.

D.E.P.

martes, 11 de mayo de 2021

Diez años sin Seve

 

Que Severiano Ballesteros era un idolazo en las islas lo tenemos muy claro. Ahora bien, que diez años después de su muerte te hagan este homenaje en Saint Andrews es una maravilla absoluta.

A escasos metros del hoyo 18 del Old Course. Muy cerca del edificio Hamilton Grand. Al ladito de la sede del Royal & Ancient Golf Club. No muy lejos del mítico Swilken Bridge. Vamos, un escenario de leyenda donde Severiano Ballesteros hizo historia en aquel Open Británico de 1984. 

Tres años antes, además, se estrenaba la película Carros de fuego. Pues bien, la famosa escena, con música de Vangelis, en la que los atletas corren por la orilla de la playa está rodada en Saint Andrews. La misma arena sobre la que se acaba de realizar esta obra de arte efímero en homenaje al golfista pedreñero.

En julio de 1984 yo era un chaval de 15 años, casi 16. Llevaba unos años jugando al golf, de manera muy mediocre, y tenía la suerte de coincidir en Pedreña con Seve. Algunas veces compartí putting green y no sé si era mayor la vergüenza o la presión de tener a tu lado al mejor siendo uno tan paquete. 

Verle en el campo de prácticas o cruzártelo en el campo impresionaba. Se mezclaba la admiración inmensa con el respeto máximo. El orgullo de tener cerca a alguien tan grande y el privilegio de estar ahí.

Recuerdo la primera vez que le vi jugar en vivo un partido en Pedreña. Fue en una exhibición con Txema Olazabal. Un sábado lluvioso. Me pareció increíble cómo pegaban el drive. Nunca olvidaré a Seve saliendo del tee del hoyo cuatro, con ese precioso dog leg a la derecha. El sonido brutal del impacto de la bola. Yo, calado hasta los huesos, pero feliz como el niño que era.

Y, para mi memoria particular, recuerdo también un Open de España celebrado en Pedreña. Esperaba a Seve en el green del 16. Estuvo muy cerca de lograr un albatros al dejar la bola a escasos centímetros del hoyo en su segundo golpe. Firmó el eagle, sí. Y me dejé las manos aplaudiendo, claro.

Pasan los años, pero los recuerdos permanecen intactos. Si acaso agrandados por esa lupa de aumento que son el paso del tiempo y la mirada de un niño impresionable, apasionado y agradecido.