martes, 22 de marzo de 2022

Y la fealdad de determinados comportamientos

Venía hoy en autobús al trabajo y volví a confirmar que si antes ya íbamos mal, ahora en este aspecto vamos aún peor. Me refiero a esa mala costumbre de sentarse en el asiento del pasillo y dejar vacío el de la ventana.

Lo venimos viendo desde siempre. Es cierto. Pero creo que es algo que tras el coronavirus se ha extendido ya de una manera completa y absoluta. Hasta tal punto que hoy el autobús iba medio vacío, pero con mucha gente de pie. 

Se puede entender que haya quien prefiera ir de pie manteniendo una cierta distancia, pero eso debe ser una opción. Y cuando ves ese primer asiento ocupado, al personal parece que le da cierto reparo pedir si le dejan pasar para acomodarse en el de la ventanilla. Sí, es violento y te da la sensación de que estás molestando, cuando en realidad es la otra persona la que te está haciendo pasar por una situación engorrosa. Es él o ella (mira, hoy eran todo mujeres) quien no está haciendo las cosas bien.

Si antes ya era incómodo, ahora, encima, parece que es que no quieres respetar el espacio perimetral de esa persona. Sí, está legítimamente sentada en su sitio, pero no hay razón para que te puedas sentar a su lado con tu mascarilla bien puesta. Las ventanillas están abiertas. Corre el aire. Y la situación no es la de meses atrás.

Pero es que el derecho a sentarse es igual para todos. Y si te incomoda que se te siente alguien al lado o quédate de pie o cambia tu manera de viajar. Sí, vete andando o en limusina, si no te gusta mezclarte con gente que utiliza el transporte público.

P.S. Hoy iba sentado en ventanilla y se me ha sentado al lado una chica. Se confirma que aquí (en Madrid) no se saben usar los paraguas. Me lo ha clavado en el tobillo izquierdo al irse a sentar. No se ha dado cuenta, pero me he sentido como un toro sometido a la suerte de varas.