viernes, 26 de febrero de 2010

"Esto lo arreglamos entre todos"

Qué bonito, qué bonito. Sí, estoy por ponerme una tiara de margaritas en el pelo al ver la campaña de buenrollismo que se nos viene encima. La campaña, dicen, es una iniciativa exclusivamente privada que no cuenta con participación política (Cámaras de Comercio, grandes empresas...). Pues lo siento mucho, pero me toca las narices.

Claro que lo arreglamos entre todos; con nuestros impuestos destinados a fondo perdido por unos dirigentes inútiles, con palabrería y nada más. Se busca subir la moral. Es una especie de 'Podemos, sí'. 

Lo dicho, que me borro. Que no quiero que me tomen el pelo. Prefiero que se dejen esos cuatro millones de euros en algo más tangible que en una absurda campaña para subir el ánimo al personal. Que les vayan dando. 

martes, 23 de febrero de 2010

La Hardwood Suite

Tiene ese punto hortera tan propio de Las Vegas, en el Estado de Nevada, pero no cabe duda de que la Hardwood Suite tiene su aquel. Si exceptuamos los 25.000 dólares (18.400 euros) que cuesta pasar una noche en ella, el resto es atractivo; es como para ir con unos colegas de parranda y de paso jugar un rato a basket...


La Hardwood Suite forma parte del Palms, un hotel y casino que tienen los Maloof en Las Vegas. ¿Qué quiénes son los Maloof? Pues una familia adinerada de origen libanés, propietarios, entre otros muchos negocios, de los Sacramento Kings de la NBA.

jueves, 18 de febrero de 2010

Tras el parón navideño...

¿Cómo? Pues tal cual. Esto es lo que podíamos escuchar y leer ayer con motivo de la comparecencia del Presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados. ¿Parón navideño? Sí, efectivamente. Nuestros dirigentes han estado hasta ayer de mariscada en mariscada, bebiendo champán (estos no beben cava, no), cantando villancicos o La Traviata, o viendo la vida pasar... Es muy fuerte. 

Y, claro, todo eso cobrando ese buen dinero que les pagamos y que tan poco les parece a ellos. Pero qué más da... si todo va de pena, cada día estamos peor, no se toma ni media decisión y se exigen acuerdos de Estado con unas medidas que no valdrían ni para que una familia normal llegara a fin de mes... El presente pinta mal, pero el futuro es casi mejor no pensar en él. Uno quiere ser optimista, pero es que no me dejan.

"Compareceré en esta cama...", dijo el crack. Un lapsus linguae que puede tener cualquiera, pero que en su caso no puede dejar de sonar a metáfora. Quizá en realidad lo que quiso decir fue: "Compareceré tumbado a la bartola". Al menos eso se ajustaría más a la realidad.

miércoles, 17 de febrero de 2010

No me riñas, Toñín...


Ayer recibí un mail de uno de los grandes, Toño. Gran amigo, gran persona, gran jugador de basket, gran vacilón y peligro público número uno cuando pilota -él no conduce- por nuestras carreteras. Empezaba su mail diciéndome que no iba a entrar 'nunca mais' en mi blog porque -decía- le entra la 'depre'. Reconozco que así de primeras me dolió. Lo último que uno quiere es hacer que prevalezca lo triste sobre lo positivo. 

Es cierto que aquí abunda el tinte nostálgico, pero sólo como recuerdo de todo lo bueno que hemos vivido. Así que seguí leyendo y me di cuenta de que el efecto logrado en Toño era el adecuado. Decía que su vida actual era plena y que "siempre quedará el recuerdo de esos tiempos maravillosos. Cuando estábamos en ellos quizás no lo apreciáramos tanto como ahora. Somos muy afortunados".

Bingo, Toñín. Me considero un tipo super afortunado por haber conocido a gente tan maravillosa como todos vosotros, en general, y como tú, de manera muy especial.

En esta vida tan complicada, hay que mirar hacia adelante para no perder el sentido de la realidad. Pero poder mirar hacia atrás y sentir lo que nosotros sentimos, no tiene precio. Un fuerte abrazo.

sábado, 13 de febrero de 2010

En el día de tu cumpleaños


Hoy hubieras cumplido 80 años. El destino sólo te dejó cumplir 78; pero 78 años muy bien aprovechados. Así al menos lo veo yo, y así me lo contaste aquel día de agosto. Hacía un poco de fresquito y decidiste encender la chimenea de la casa de Cubas. Esa chimenea que tanto nos gusta y alrededor de la cual hemos tenido mil conversaciones. “Hay tres cosas que el hombre nunca se cansa de contemplar: el mar, el fuego y las estrellas”, decías a modo de salmo eternamente repetido. Y es verdad.

Recuerdo aquella tarde. Estaba de vacaciones y tuvimos una conversación larga y placentera. Dos horas, tres... no sé, perdí la noción del tiempo. Me dijiste que qué dura era la vejera; que tu vida había sido plena; que tenías muchos motivos para dar gracias: por tener a tu lado a una mujer como mamá, por cinco hijos sanos y buena gente, por haber vivido a gusto...

Se nos fueron las horas y me quedé muy bien, pues tenía necesidad de compartir contigo el tiempo del que carecíamos por culpa de 400 km de distancia. Fue maravilloso. Pero un par de semanas después la vida dio un giro imprevisto y poco después te fuiste. Entonces esa conversación tuvo un sentido aún mayor: fue una especie de despedida anticipada. Vi que estabas en paz, que tenías la sensación de dejar atrás una vida bien vivida. Me pareció entrever una plenitud envidiable, admirable.

Hace ya casi año y medio que me faltas, pero te tengo presente todos los días. Tus frases, tus giros verbales, tus vivencias, tus anécdotas, tus historias... Me has llenado el disco duro de referencias -ahora precisamente leo un libro espectacular sobre la historia que me contabas hace más de 35 años cada vez que pasábamos por Oyambre: la del Pájaro Amarillo-. Has sembrado en mí el sentido de la justicia, el no creerme nunca más que nadie, el tener inquietud por saber cosas (“Libros caminos y días dan al hombre la sabiduría”, decías), el amor a la tierra (“La tierra es generosa”, afirmabas, aunque a ti te hacía trabajar de firme bajo el sol implacable), tantas cosas...

Papá, me diste tanto que siento que necesito nuevas pistas; no siempre las encuentro. Me quedé sin ti, y me quedé sin maestro. Me pusiste el listón tan alto que a veces siento una cierta insatisfacción. Es la admiración del discípulo hacia el buen profesor, del hijo agradecido al padre que tanto le regaló. Por fortuna, para seguir creciendo, siempre nos quedan los libros, los paisajes, las personas,... Y tu ejemplo.

lunes, 8 de febrero de 2010

Qué noche la de aquel viernes-sábado



Mi padre me enseñó una frase de esas imposibles de olvidar: “Hay tres cosas que nunca vuelven: la palabra dada, la flecha lanzada y la oportunidad perdida”. Soy un hombre de palabra, que no dispara flechas -a veces algún dardo verbal-, pero que en ocasiones tiene esa sensación tan humana de dejar pasar oportunidades únicas. Por fortuna no fue eso lo que me pasó este último fin de semana.

Salva (y Marta) nos había(n) convocado a su 40 cumpleaños. Sé de su tremendo poder de convocatoria, sé de su aprecio sincero y sé que su apoyo en los últimos tiempos ha sido impagable. Nos conocemos desde hace mucho, pero nuestra amistad se ha forjado en la adversidad de momentos difíciles, de esos que te ayudan a crecer (aunque te llames Peter y seas un poco Peter Pan -de Molde, añadiría Chavalón-) y que fortalecen sentimientos que son para siempre (o ‘sinepre’).

40 bolos y un enganche, te gusta decir. No se cumplen todos los días. Y no es fácil reunir a gente venida de media España, y hasta de Santander, un viernes. Pero el ‘esfuerzo’ bien mereció la pena. Un sitio especial como el Tenis, en el que el recuerdo de mi abuelo me persigue por cada rincón y me emociona. Y una compañía difícil de mejorar. Nivelazo el de la concurrencia, claro que sí. No es bueno personalizar, pero disfruté como un enano hablando -hasta dejar mi voz hecha trizas- con muchos amigos de larga duración.

Y no es menos cierto que el evento era la excusa perfecta para materializar esas amistades emergentes nacidas de Facebook, de Blogger y de muchos mails cruzados. Pero en la era tecnológica, nada como un buen bolígrafo para dejar hecha un cristo la camisa del protagonista principal. Dedicatorias de casi todos y la nuestra con SiempreBasket presente, al versionar Litros las firmas de cracks como Juanejo, Bender, Stockton, Wilt, Mercadal o Bernardo (se te olvidó Enmoja, Litros. Jajajaja). Una camisa para la historia, que deberás enmarcar con un cristal por delante y otro por detrás.

Tras unos primeros compases de tanteo, de picoteo y de iniciación en el mundo del vino tinto y la cerveza, la cosa se puso ‘seria’ con las palabras del celebrante. Turno para los agradecimientos y palabras sentidas dedicadas a los fieles. A falta de un micro buena fue la copa tendida por Álvaro...

Desde ahí la música quedó en manos de Txoff, o eso creo, ya que se dio un giro espectacular a la selección de temazos. Cuando sonó Jamming el corazón casi se me sale del pecho. Recordé al gran Barri -la buena temperatura hizo que no me pusiese su camiseta verde debajo de mi camisa, pero viajó conmigo a Santander-, hipé un poco; y cuando Lai se acercó, Txoff me miró a los ojos, Litros y Javi Shatto asintieron y brindamos por él se me puso un nudo en la garganta. Ese tema siempre da en el clavo: buen rollo, buenas vibraciones, alegría a raudales, ritmo, sonrisas... Barri.

Pero el nivelazo se mantuvo. Y es que no podían faltar Chica de ayer, algunos temazos de esos con sabor a Movida (a bolas de cristal, a noches en el Penta, a noches lejanas por la calle del Carmen...), otros que piden legalizaciones... y hasta La Fuente de Cacho. Qué más da. Todos bailando, dando botes, cantando, haciendo corros, congas... ¿Todos? Bueno, yo no, que soy más de cantar y de interiorizar... Pocas cosas me gustan más que ver como los amigos bailan, se desfasan y disfrutan al máximo.

La pena es que el tiempo, ese enemigo del ser humano, corría veloz hacia el fin de la party. Pero no es cierto eso de que todo lo bueno se acaba. Hay cosas que no se terminan nunca: como la amistad, como una canción que se te mete en los tuétanos, como una buena conversación que nunca olvidarás, como una buena historia a la que vuelves una y otra vez, como las ganas de repetir, como las ganas de volver a vernos pronto...

P.S. Gracias, Salva y Marta, por haberlo hecho posible.

















martes, 2 de febrero de 2010

Cuando uno menos se lo espera...


Uno lleva una vida muy normal, sin mayores sobresaltos, y no se caracteriza por ser muy mitómano ni por volverse loco cuando tiene delante a un Ricky Rubio, un Juan Carlos Navarro, un Luis Figo (al que como digo siempre fui el primero en sacarle una foto con la camiseta del Real Madrid en el Bernabéu), un Nadal (al que me presentaron hace 9 años) o un Di Stéfano -tiro por el deporte porque es lo que más me gusta, pero bien podrían ser Obama, Mandela, Bruce Springsteen o el difunto Vicente Ferrer-. La admiración va por un lado, pero el sentido de la realidad -todos somos humanos- prevalece.

Sin embargo el otro día me pasó una cosa muy tonta. Era un viernes como tantos y tantos. Estaba haciendo la compra en el supermercado y, de repente, apareció ante mí Javier Cansado. Sí, nunca he sabido muy bien quién es Faemino y quién Cansado, pero después de mucho esfuerzo logré descifrar ese absurdo enigma. El caso es que íbamos en sentido inverso, pasillo tras pasillo, y nos topamos como media docena de veces en menos de diez minutos. Empecé a recordar las imitaciones de Barri sin parar y empecé a subir y a bajar.

Tuve la tentación de decirle algo, de darle las gracias por los momentos vividos, por haber promovido instantes tan inolvidables..., pero fui fiel a mi manera de ser (¿rancio? ¿sieso? Pues eso...). No le dije nada. Quizá él me lo hubiera agradecido o quizá hubiera pensado: "Este mundo está lleno de frikis".

Lo importante es que recordé las risas sin parar vividas junto a un gran amigo. Lo menos bueno es que a mí lo que me gustaba era ver las imitaciones de Barri; pero mucho más que en su versión original...

P.S. El gesto de Faemino en esta foto no me puede recordar más a nuestro crack. Hasta eso lo clavaba.