sábado, 4 de junio de 2022

Nuestro querido planeta azul

El ser humano siempre ha pecado de soberbio. Hasta tal punto que el discurso que más escuchamos a nuestro alrededor es ese de que "nos estamos cargando el planeta". Pero, ¿se puede ser más miope?

Que cometemos auténticas barbaridades desde hace siglos está claro. Que hemos ayudado de manera decisiva a la desaparición de especies y a la destrucción de hábitats, también. Que somos unos depredadores tremendos no lo vamos a negar. Pero que vayamos a destruir el planeta, como que no.

Para empezar porque somos una especie que desaparecerá. Pasarán miles o millones de años para que eso suceda. O menos, los que nos estén reservados. Nosotros ya no estaremos aquí, pero el planeta, sí. Con los océanos llenos de plásticos. Con el aire irrespirable. Como sea. Pero seguirá girando y se repondrá.

Los que no nos repondremos seremos nosotros, que nos habremos cargado la mejor versión del planeta que teníamos reservada para vivir y ser felices. El ser humano será apenas una mota de polvo en la historia del sistema solar.

La Tierra vio cómo se extinguían los dinosaurios. Sobrevivió al choque de meteoritos. Encajó las mil pruebas nucleares y las guerras de su habitante más prepotente. Y, con o sin nosotros, seguirá con su azul maravilloso, dando vueltas al Sol. 

Quizá en cualquier momento nuestro maravilloso inquilino se harte de nosotros y nos dé por finalizado el contrato de alquiler. A fin de cuentas somos un pésimo cliente que te estropea el parqué, hace agujeros en la pared, deteriora el inmueble y no cuida de las zonas comunes.

Dentro de millones de años, otra civilización descubrirá unos esqueletos enclenques del homo erectus (igual por entonces ya homo enchepadus) y los expondrán en un museo a miles de años luz. Todo un meme.