jueves, 20 de febrero de 2020

24 días sin el número 24


El baloncesto es una de mis grandes pasiones. Soy fan de los Lakers. Mi número favorito es el 24. Y hasta nací un 23 de agosto. Pero no, no soy Kobe Bryant, sí un gran fan. Si hasta mis dos hijas tienen la misma edad que las dos mayores de Kobe...

Por eso la muerte de la Mamba Negra y de su hija Gigi me supusieron un impacto tan grande. De esos que te dejan trastornado. Como si se tratara de alguien muy cercano, a pesar de no haber hablado jamás con él y de solo haberle visto en vivo una vez.

Estamos ante una de las grandes leyendas de la historia del deporte. Un jugador sensacional cuya carrera pudimos ver íntegra. Veinte años en la NBA, vividos con televisión en directo, con internet, con redes sociales, con una cobertura mediática impresionante. Ganando anillos, llevando en volandas a Pau Gasol a dos campeonatos.

La plasticidad inmensa, su instinto ganador y su enorme carisma le llevaron a superar los recelos de muchos, que al principio veían en él a un anotador ególatra, a un personaje altanero y a un compañero incómodo.

Sus logros y su evolución como jugador y como persona le llevaron directamente a lo más alto, a ese olimpo copado solo por los más grandes. Se nos fue hace poco más de tres semanas y parece inconcebible un baloncesto del siglo XXI sin él.

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