Hace años tuve la inmensa suerte de conocer a la madre Matilde. Nunca había oído hablar de ella, pero los caminos convergentes de la vida tienen estas cosas. Llevaba poco tiempo saliendo con Beatriz cuando un día me viene con la historia de que a su tía Nati le ha hablado muy bien de mi familia una monja de su congregación. Por aquel entonces yo no sabía nada de todo esto.
Poco tiempo después pude conocer a la madre Carmen Natividad (tía Nati), una persona de enorme sabiduría, gran criterio y tremenda lucidez y humanidad. Una mujer de esas que te impresionan. Y ese mismo día pude visitar a la madre Matilde. Resultó ser íntima amiga de mi familia, de mis tías Teresita y Raquel especialmente. Ella le había comentado a tía Nati que los Sánchez de Cos eran buenísima gente y bla bla bla. Mi padre la tenía auténtica adoración y mi madre siempre dice que en su presencia uno siente algo especial, se respira santidad. Qué gran verdad.
Lo pude comprobar por mí mismo ese mismo día. Salí del colegio de los Sagrados Corazones de Sierrapando fortalecido después de haber vivido una experiencia difícil de explicar. Una energía positiva inmensa me poseía; a mí, que soy un tipo pesimista y retorcido... Matilde me había abierto los ojos a una bondad superior, carente de rencor, llena de conocimiento y con una inteligencia natural para poder discernir todas las complicaciones del mundo actual.
Hace unos días me enteré de que estaba mal. Su corazón llevaba tiempo dando guerra. Pero su capacidad de superación, su equilibrio infinito siempre fueron ilimitados. Como me pasó con mi gran amigo Barri, en días pasados noté una bajada en mi fuerza, al más puro estilo de La Guerra de las Galaxias. Fue momentánea. Y es que pensar en ella me da energías renovadas, hace que crea que el ser humano merece la pena. Si existe gente como ella es que algo se ha hecho bien a lo largo de los siglos.
Me contaba mi padre que a él le sorprendió mucho que Matilde se metiera a monja en su momento; por su manera de ser, por su alegría, por su energía desbordante. No debe sorprender. Ella eligió su camino. Un camino de santidad. Y lo recorrió con brillantez hasta el final de sus días, con 95 años plenamente vividos.
Guardo en mi corazón el primer día que nos vimos después de la muerte de mi padre. Nos miramos a los ojos y en medio segundo nos lo dijimos todo. Se nos llenaron los ojos de lágrimas, pero fuimos fuertes para no flaquear y le rendimos un homenaje al alimón, recordándole. Quiso mucho a mi madrina, hija de su amiga Teresita, doña Tere, otra de las grandes. Y también compartimos el dolor por su pérdida prematura.
Recuerdo el día de mi boda. Las monjas consiguieron que el párroco de Sierrapando nos casara en la Colegiata de Castañeda, y Matilde me decía: "Ya le diré yo que no hable mucho, que habla muy bien, pero a veces se alarga demasiado...". Ese día mágico, que ayer cumplió 9 años, fuimos a ver a nuestras dos monjitas protectoras -ahora, el destino ha unido esas dos fechas para siempre...-. La ilusión que les hizo la visita fue inenarrable. Nunca olvidaré aquellas caras de satisfacción.
Como nunca olvidaré esa sonrisa pícara, llena de sabiduría, esos ojos chispeantes de la madre Matilde; y esa energía tan fuerte, tan sobrenatural, que te transmitía, que te desbordaba, que te llenaba y que te hacía salir de Sierrapando casi levitando. Voy a echar de menos su fuerza inspiradora, pero ya tengo conmigo para siempre el recuerdo de un ser magnífico, de alguien que hace que creas en la posibilidad de un mundo mejor.
P.S. Matilde Martínez Hoyos falleció en Sierrapando, el 21 de abril, a los 95 años de edad. D.E.P
6 comentarios:
Dale, Señor, el descanso eterno y brille para ella la luz perpetua. Y que juntas, Nati y Mati (permítaseme la confianza para hacer tan fácil juego de palabras) anden juntas, charlando de sus cosas, derrochando sobre sus familias, sobre sus protegidos, sabiduría, bondad y amor.
No tengo la más mínima duda de que así será...
DEP, Pet. No es fácil vivir una vida como la que cuentas en tu post. Un brazo.
A algunos les puede sonar a cierta mojigatería, pero eso es porque no han conocido a personas así.
Supongo que aquel día que viste aquella luz tan especial en Matilde, aquel día encontraste a tu "maestro" y ... Peter comenzó una nueva andadura ... creo que eres consciente de la suerte que tienes por quererla tanto!
Como opina Alvaro, me gusta imaginar la silueta de Nati y Mati ... juntitas charlando de sus cosas, nunca dejarán de brillar! Muacc
Fue el día que la conocí, Carmen, casi al instante. Te dabas cuenta de que estabas ante una especie de maestro Yedi. Una persona sencilla, llana, directa, pero con una fuerza brutal, con un espíritu inquebrantable, con una capacidad para transmitir amor inmensa. Sin duda, un nuevo ángel de la guarda que me cuida. Un privilegio inmenso.
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