Siempre nos gustaron mucho las mujeres. Éramos enamoradizos, apasionados y buenos tipos. Caballerosos y educados, pero siempre con la mirada atenta a toda aquella expresión de belleza que pasara por delante de nuestros ojos. Puedo decir que con nadie he hablado más de mujeres que con Barri. Cómo nos gustaba el tema... Durante años, él me envidiaba por haber dado con una mujer como Bea: equilibrada, guapa, con cabeza, con criterio. A Barri le desesperaban algunas reacciones del sector femenino, se volvía loco porque tenía la sensación de que hiciera lo que hiciera su decisión siempre sería la equivocada. "Si la llamo: 'Es que me llamas demasiado y me agobio'. Si no la llamo: 'Es que no me llamaste'". Barri hacía como que se subía por las paredes, con ese don interpretativo tan genial que tenía. Qué gran actor hubiera sido, o presentador, o monologuista...
Cuando conoció a Eva, Barri levitaba. Se enamoró hasta las trancas. Estaba convencido de que había encontrado a la mujer que llevaba años buscando. Doy fe de que nadie buscó más a su 'otro yo femenino' como él. Se entregaba de manera incondicional, lo daba todo. Y Eva colmó sus expectativas, la quiso como quieren los grandes, sin reservas. Le daba palo decir lo colado que estaba por miedo a gafarlo o por parecer cursi. Pero él lo sabía, Eva lo sabía y yo se lo noté.
Hace unas semanas me topé en Santander con una de esas mujeres de las que en su momento hablamos miles de veces. La llamábamos la Mujer Maravilla. Era como una heroína, con superpoderes, con un físico imponente. Hablamos de ti, claro, pero no quise extenderme por no venirme abajo.
Esta semana, mi amiga Laura también me trajo a la mente una de nuestras conversaciones nocturnas. Laura es un persona muy especial, joven, guapa, llena de energía, con carácter, con personalidad, con estilo, que sabe lo que quiere y que lucha por ello. Pues bien, el otro día llevaba un semirrecogido en el pelo, con un mechón cogido de un lado y otro del opuesto; un toque hippy, interesante. Si Barri lo hubiera visto seguro que habría dicho: “Mira, Pete, una Doors”. Y sí, así es, ella es toda una 'L.A. woman', que diría Jim Morrison.
Recuerdo esa imagen de Laura y me veo en el Drink Club, a finales de los 80, en el Río de la Pila, y visualizo a una camarera que daba ese perfil, una chica Doors total. Nunca supimos su nombre, daba igual. La simple contemplación de la belleza ya valía la pena por sí misma. Había más chicas Doors, claro, atractivas, con carácter, 'hippylondis', como siempre decíamos. Barri y las mujeres, cómo las admiró, cómo las quiso y -¡oh justicia poética!- menos mal que Eva apareció en su camino. Él lo merecía, vaya que si lo merecía. Barri merecía la felicidad como pocos; por bueno, por fiel, por auténtico, por valiente, por íntegro, por talentoso, por divertido, por entregado, por generoso, por guapo por fuera y por dentro, por ser de ley. Es curioso: "Eva", el nombre de la mujer por excelencia. Estaba escrito.
Ya lo repite Ramón Trecet hasta la saciedad: "Buscar la belleza es la única protesta que merece la pena en esta asqueroso mundo".
PS. Gracias, Eva, por cuidar de él.
PS1. Gracias, Bea, por cuidar de mí.
PS2. Gracias, Laura -chica Doors- por tu apoyo y tu amistad.
2 comentarios:
Gracias Pet, por estos momentos en tus paginas.
Estos momentos compartidos son los que nos ayudan a valorar todo lo que tenemos y los que hacen que al mirar atrás uno se dé cuenta de que ha vivido lo suyo y diga: "Mereció la pena".
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