Lloyd Cole cantaba aquello de: "Hey rusty / 's a long time / Remember / 's like yesterday...". Pero el Rasty de verdad es otro, es Barry. Todos lo sabemos. Y sí, todo es como ayer, aunque haya pasado el tiempo...
Jugando al basket él hacía las cosas siempre en plan "my way". Su Rasty Tiro, la Kingston Bandeja... No podía hacer las cosas como los demás, no; él tenía que imprimir su sello. Vale, el tiro libre lo hacía a lo Rolando Blackman, pero hasta eso tiene su gracia. Crack total, Barrigón, crack total.
Esta semana nos mandó Panchoff la tarjeta mítica del Pub Marley de Noja, escenario sin igual de nuestros años mozos. Sí, el sitio en el que se desarrolló la inolvidable conversación entre Andrew y la camarera maciza ante el póster con el Kamasutra:
-¿Hasta qué postura llegarías si me tomo esto de un trago?
-Anda, chaval. Bébetelo a sorbitos.
Muy grande. La realidad superando a la ficción. Un corto cinematográfico presenciado en primera línea. Sí, el Pub Marley nos soportó en unas cuantas escapadas de verano; ya fuera en aquellas acampadas de dos o tres días, o en algunas noches en que nos íbamos de Santander por variar un poco y ver nuevas caras.
Ahora, cada vez que mi camarada Abraham pincha algo de Bob Marley dejo de currar, me evado, visualizo aquellos días de playa, en los que nos quedábamos hasta las ocho de la tarde, pienso en ti, doy gracias ("give thanks and praises", decía Bob, claro que sí), y -sobre todo- lloro a lágrima viva cuando suena aquello de: "Don't give up the fight". Lema total de mi vida, y que a ti te debo por haberme enseñado lo que es luchar ante la adversidad ("Get up, stand up", ¡flipante!). Gracias Barry, hoy y siempre, por ser el que me guía. Genio absoluto.
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