Ayer pusieron en La2 Cinema Paradiso, una de esas películas llenas de magia, que te tocan la fibra sensible y con el final más apoteósico que yo recuerde haber visto en una sala de cine, primero, y en una pantalla de TV, después.
Aparte de lo especial que siempre me resultó esta película -no digamos la B.S.O., que aún escucho prácticamente todas las semanas de mi vida, por obra y gracia de Ennio Morricone y mi iPod-, de ella se me quedó grabada para los restos una frase de Alfredo a Totó: "Hagas lo que hagas, ámalo". Creo que no cabe mejor consejo. Una filosofía de vida que nos haría a todos mucho más grandes.
Y como nadie dijo que fuera fácil, me quedo con otro enunciado. Éste mucho más duro, demoledor por lo que conlleva, pero lección de generosidad al fin y al cabo: "¡Márchate! ¡No quiero oírte más! ¡Sólo quiero oír hablar de ti!". Grande, Alfredo. Tierno como pocos, sublime como ninguno a la hora de llegarnos al corazón.
De la historia de amor no hablaré. Al fin y al cabo existen dos versiones de la película. En una Totó y Elena se reencuentran; en la otra, no. Como la vida misma. Que cada uno elija la suya...
1 comentario:
Que gran película, son muchas escenas imborrables en mi memoria las que dejó esa película, entre otras cosas una de las canciones que aparecen es la música de mi móvil desde hace varios años.
Grande Peter
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