Blog sobre sentimientos, amigos y recuerdos. Un espacio para sacar de nosotros lo mejor que llevamos dentro. El lugar donde rememorar a Barri es casi una obligación, además de una devoción. Y como dice la bendición irlandesa: "Que el viento sople a tu espalda, que el camino salga a tu encuentro, que el sol entibie tu cara, y hasta que volvamos a encontrarnos, que Dios, el amor, o en quien tú creas, te sostenga en la palma de su mano". Que así sea.
miércoles, 11 de julio de 2012
jueves, 5 de julio de 2012
La vida en un par de frases
Ayer pusieron en La2 Cinema Paradiso, una de esas películas llenas de magia, que te tocan la fibra sensible y con el final más apoteósico que yo recuerde haber visto en una sala de cine, primero, y en una pantalla de TV, después.
Aparte de lo especial que siempre me resultó esta película -no digamos la B.S.O., que aún escucho prácticamente todas las semanas de mi vida, por obra y gracia de Ennio Morricone y mi iPod-, de ella se me quedó grabada para los restos una frase de Alfredo a Totó: "Hagas lo que hagas, ámalo". Creo que no cabe mejor consejo. Una filosofía de vida que nos haría a todos mucho más grandes.
Y como nadie dijo que fuera fácil, me quedo con otro enunciado. Éste mucho más duro, demoledor por lo que conlleva, pero lección de generosidad al fin y al cabo: "¡Márchate! ¡No quiero oírte más! ¡Sólo quiero oír hablar de ti!". Grande, Alfredo. Tierno como pocos, sublime como ninguno a la hora de llegarnos al corazón.
De la historia de amor no hablaré. Al fin y al cabo existen dos versiones de la película. En una Totó y Elena se reencuentran; en la otra, no. Como la vida misma. Que cada uno elija la suya...
Aparte de lo especial que siempre me resultó esta película -no digamos la B.S.O., que aún escucho prácticamente todas las semanas de mi vida, por obra y gracia de Ennio Morricone y mi iPod-, de ella se me quedó grabada para los restos una frase de Alfredo a Totó: "Hagas lo que hagas, ámalo". Creo que no cabe mejor consejo. Una filosofía de vida que nos haría a todos mucho más grandes.
Y como nadie dijo que fuera fácil, me quedo con otro enunciado. Éste mucho más duro, demoledor por lo que conlleva, pero lección de generosidad al fin y al cabo: "¡Márchate! ¡No quiero oírte más! ¡Sólo quiero oír hablar de ti!". Grande, Alfredo. Tierno como pocos, sublime como ninguno a la hora de llegarnos al corazón.
De la historia de amor no hablaré. Al fin y al cabo existen dos versiones de la película. En una Totó y Elena se reencuentran; en la otra, no. Como la vida misma. Que cada uno elija la suya...
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