Estoy un poco perezoso, un tanto descolocado, o ambas cosas. Esto de volver a lo que se supone es nuestra normalidad de 11 meses al año no es fácil de encajar y uno tiene la sensación de que no sabe o no puede dar a cada cosa el tiempo que merece. Sin duda este blog ha sido uno de los damnificados. De hecho lo que paso a editar ahora lleva tres semanas escrito a mano, con letra de pata de mosca, en una libreta. Tuve el impulso de escribirlo el pasado 22 de agosto en un tren. Se me acababan las vacaciones y mis regresos a Madrid no suelen ser gloriosos anímicamente. Dice así:
"Vuelve uno de Santander y lo hace como casi siempre, con esa mezcla de sensaciones; con el ánimo recompensado tras meses expuesto a esa dolencia llamada Madrid; con el regusto de la playa, el paisaje, la familia y las buenas experiencias. Se vuelve con la batería cargada, pero con un dolor que nunca se cura.
¿De dónde nace? Nace y muere en uno mismo. Nace de lo mucho bueno vivido durante años y de lo tantísimo perdido. Es un bucle imbatible, un círculo que se abre y se cierra. Un déjà vu eterno que vive en los ojos de aquellos que te quisieron tanto. Un recuerdo imborrable que habita en las retinas y los corazones de quienes siempre te llevamos con nosotros.
Esta semana última bajaba al Sardinero solo, a la Primera. Allí me esperaba mi familia. Me encontré con una vieja amiga de juventud, Patricia. Hablamos de la vida, de cómo nos va todo... nos pusimos al día y me dijo que leía este blog; que no había podido evitar alguna lagrimilla al leer cosas sobre ti. Nombró a tu madre, una persona entrañable a la que siempre he querido de una forma especial.
Y en cuanto nos dijimos adiós sufrí ese momento que algunos dicen, de manera nada científica, que tenemos antes de morir y en el que pasan ante nosotros miles de imágenes de momentos importantes de nuestra vida. Entonces te vi sentado delante de mí en lo que fue Empresas, en un examen de Selectividad; el día que nos conocimos. Visualicé el Río de la Pila, con Rosa y Sofía. No sé si nos tomábamos algo en La Tienduca, en La Gramola o en el Drink Club.
Luego estábamos acodados con idénticas protagonistas en la barra del Terminal. Y muy cerca de ahí tomando pipas sentados en las escaleras viendo la vida pasar, hablando sin parar, riendo como siempre, disfrutando como nunca. Otro día nos cruzamos con Rosa Turkita paseando a Simón por la calle Martillo y hablamos con ella, aunque yo tuviera que recordárselo 20 años después... Y hablamos de la Troner, de nuestro top ten femenino, de nuestros sueños, del mañana, del ayer y del hoy mismo.
Resonaron en mis oídos, también, palabras de elogio, de admiración y de cariño dedicadas a Beatriz. Tan justas como ciertas. Dichas tan de verdad como eras tú; alguien sin dobleces, sin atajos, sin truco. 100 por 100 Barri. Auténtico. Inigualable.
Y te vi mirando al mar con esos ojos chispeantes; con esa mirada poderosa, profunda, sincera y franca. Te vi en el Muelle mirando hacia Peña Cabarga. Te vi en El Puntal disfrutando del paisaje y de largos días de playa. Y te vi en Liencres soñando con cabalgar las olas en un invierno solitario y frío, pero real y placentero (aún hoy sigo dando vueltas a eso de comprarme una tabla...).
Mañana -23 de agosto- vuelve a ser mi cumpleaños y el día 24 volveré a echar de menos tu habitual felicitación con retraso. Especial como pocas. Fácil de perdonar como ninguna. La esperé y recibí durante más de 20 años, pero desde que no la tengo ha provocado que no me guste celebrar esa fecha especialmente. Prefiero celebrar tu amistad todo el año, la inmensa suerte de llevarte conmigo y de haber recibido ese regalo que fue conocerte. Eso y mi familia son mi fuerza; el privilegio que me fue concedido. Como dijo el gran Javi, uno de los corazones más shattines y más grandes del planeta -en nuestro último Galizano's Court, en la hora del brindis cerveceril-: "¡Por Barri!".
Recomendación musical:
Blog sobre sentimientos, amigos y recuerdos. Un espacio para sacar de nosotros lo mejor que llevamos dentro. El lugar donde rememorar a Barri es casi una obligación, además de una devoción. Y como dice la bendición irlandesa: "Que el viento sople a tu espalda, que el camino salga a tu encuentro, que el sol entibie tu cara, y hasta que volvamos a encontrarnos, que Dios, el amor, o en quien tú creas, te sostenga en la palma de su mano". Que así sea.
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3 comentarios:
Joder, Pet. Me acabo de poner triste y alegre a la vez. ¡Qué bonitas palabras!
La vida tiene muchas cosas especiales, pero pocas nos reconcilian tanto con lo mejor como lo que has escrito.
Un brazo.
Gracias, Gallo. Que sepas que la canción que pongo me recuerda a días previos a un concierto del Loco en la Plaza de Toros de Cuatro Caminos. Sí, todos chapándonos en el Sardi el último disco entonces de Loquillo. Ni que decir tiene que estabas por allí dirigiendo el cotarro...
Un fuerte abrazo, fiel crack.
¡¡¡¡Por Barri!!!!
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