viernes, 11 de marzo de 2016

La felicidad era esto



Pocos temas hay que haya escuchado y disfrutado más que este de Cinema Paradiso, la genial película de Giuseppe Tornatore, con banda sonora del inmenso Ennio Morricone.

Esta versión, en concierto en la veneciana Plaza de San Marcos, me parece sublime. Es de una belleza incomparable, en un lugar maravilloso en el que una vez fui inmensamente feliz.

Esta pieza, especialmente a partir del minuto 2:30, es maravillosa. Sí, en ese momento aparece un músico que se da un aire a Felipe González tocando no sé si un clarinete o un oboe. Pura magia.

Luego, hacia el 3:20, entra en acción una mujer tocando lo que creo que es una flauta travesera (perdón de nuevo por la ignorancia). Para mí es el clímax. Con aspecto de italiana, parece sacada de la propia película; como si una protagonista del film –quizá la propia Elena, aunque en versión morena– hubiera venido a homenajear a Tornatore, a Toto, a Alfredo y al propio Morricone, claro. 

Puedo escuchar en bucle este tema, una y mil veces. Y siempre me toca la fibra sensible. Siempre hace que se me humedezcan los ojos recordando a la gente que más he querido; a los que están y a los que se fueron; a los que amé y a los que amo. Decía San Agustín que “si amas, no te equivocas”. Pues eso.

Morricone hace que me emocione y que disfrute muchísimo de ese momento en el que el corazón te late con más fuerza y en el que te sientes más vivo; que me sienta muy satisfecho por los muchos momentos de felicidad vividos; y que piense en los muchos que me queden por vivir...

P.S. Como le dijo Alfredo a Totó: "Hagas lo que hagas, ámalo". Amén.



P.S. En una conversación con una compañera de trabajo llegué a afirmar que hay gente que en tu vida ejerce una influencia positiva tan grande que no me parecía injusto que un 1% de mi nómina fuera a parar a su bolsillo. Está claro que aunque Morricone no lo necesite, él sería uno de esos que lo merecería. Son tantos los buenos momentos que nos ha hecho pasar que con él existe una deuda infinita. El agradecimiento debe ser eterno. En mi caso, al menos, lo es.

1 comentario:

Peter Mihm dijo...

Gracias por llegar hasta aquí, Bernardo.