jueves, 18 de diciembre de 2008

Too high, too far, too soon...

Estaba escuchando, como casi todos los días, The Whole of the Moon y no he podido evitar lo que siempre me pasa. Es cierto, estás demasiado arriba, demasiado lejos y te fuiste demasiado pronto.

Contigo uno siempre tenía una sensación, la que se plasma cuando Mike Scott canta eso de "I spoke about wings / you just flew". Y creo que ahí queda todo recogido a la perfección. Nosotros queríamos vivir, tú vivías. Yo quería hacer algo, tú ya lo habías hecho...

Creo que tus 40 años son para enmarcar, como tus dibujos, como tu alegría, como tu manera de ser, como todo lo que nos diste y todo ello sigue en nosotros dándonos fuerzas cada día para seguir. Como siempre, gracias, amigo.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Si las piedras hablaran...


Las losas de la imagen están junto a lo que Kalín llama La Rampa de Colás, en Puertochico (Santander). No sé si es algo que el personaje puertochiqueño se sacó de la manga en homenaje a su padre o si alguien más denomina así a esta bajada al agua que desde niños tanto nos llamó la atención, pero poco importa.

Muchas de estas espectaculares losas desparecieron para siempre del paisaje del muelle y éstas son algunas de las que se decidió conservar. Resbalan un poco, no son lisas, pero a mí me gusta andar sobre ellas. Tienen un algo especial.

¿Cuántas toneladas de pescado habrán visto sacar de la mar? ¿Cuántas redes de pesca habrán visto secándose al sol? ¿Cuántas lanchas habrán visto panza arriba para ser calafateadas o pintadas? ¿De cuántas conversaciones cantarinas habrán sido testigo? Incontables. Por eso me gusta que sigan ahí, y que presencien también nuestras vidas y las de los que vienen por detrás.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Eduardo Noriega, un viejo conocido


Ayer pasó por la redacción Eduardo Noriega. Venía a ver a gente de otra publicación con motivo de un viaje a no diré qué destino. Me dijeron que estaba en la entrada y decidí salir a saludarle.

Hacía muchos años que no nos veíamos y hablábamos (unos 10). De hecho la última vez que nos topamos fue en la calle Altamirano, él  se encontraba cansado y estaba terminando de rodar Abre los ojos con Amenábar. Ya era casi una celebrity y, sin embargo, seguía siendo el de siempre. Alguien natural y cercano.

Conozco a Eduardo desde pequeño. Su hermano Javi iba con uno de mis hermanos a clase. Su hermana Rocío fue una buena amiga durante muchos años. Su familia vivía cerca de mi casa, en San Martín, y todos sus hermanos cogían el autobús en la siguiente parada para ir a los agustinos. Buena gente todos ellos. Hace unos años, Javi fue tildado de "medusa" por el despreciable Piterman, señal de que esta gente es gente de bien.

Recuerdo a Eduardo en su casa, una tarde de verano. Le acababan de aceptar en Madrid en el Centro de Arte Dramático, o algo así. Estaba nervioso e ilusionado a partes iguales. Perseguía un sueño, pero su madre estaba inquieta por lo que le pudiera tener preparado el futuro.

Me viene a la mente una tarde de agosto. Me llamó su madre para ver si podía hacer algo para que aceptaran a Eduardo en mi colegio mayor. Hice lo que pude; poco. Llamé al director y lo aceptaron. Sólo estuvo un año, pero recuerdo aquellos partidos de fútbol jugados en el patio. Él con unas medias altas azules y blancas de los agustinos. No es que fuera muy bueno, pero se defendía. Muy del Barça, y muy del Racing.

Ayer, hablé cinco minutos con Eduardo. Estaba delgado, se le veía fibroso. De negro, con barba y con gafas de intelectual. Con un casco, negro también. Hablamos de cómo nos iba. Yo de mi vida de currito de clase media. Él de su vida de actor en la cumbre, pero con modestia, con cercanía, como si lo que ha logrado no tuviera ninguna importancia. Le dije: "Yo sí que te veo mucho". Y contestó: "¿Sí? No me prodigo mucho, la verdad. Sólo cuando estoy promocionando una película". Y es verdad. Él es una persona celosa de su intimidad.

Me dijo que Rocío vive en Mallorca y que él se escapa a Santander cuando puede: "Cada vez es más difícil, ¿eh?". Y le comenté que le vi en Pedreña este verano. "¿Donde las sardinas?", me pregunta. Sí, justo ahí. Iba con una morenaza de cortar el hipo, pero eso no le importa a nadie. Bueno, al menos a mí no.

Recuerdo que hace años se lo presenté a Beatriz. Y a Bea le daba miedo por su mirada. Le recordaba a su papel en Tesis. A mí me hizo gracia. Noriega no puede dar miedo a nadie que le conozca un poco. Si le miras a los ojos ves que no tiene maldad.

Alguna compañera me preguntaba ayer si es un poco tontín, si es un poco pijín, si es chulito... Nada de eso. Eduardo es un tipo sencillo, que ha tenido que aprender a convivir con la fama. Tímido, pero no un cortado. Una persona más hacia adentro que hacia afuera. Un tipo de 35 tacos que podría perfectamente haber vivido cerca de tu casa, ir a tu colegio o, incluso, a tu colegio mayor.

martes, 9 de diciembre de 2008

Mirando el futuro sin olvidar de dónde venimos


Para mí escribir, leer y escuchar música son tres terapias muy importantes. No me tengo por un tipo duro, precisamente, pero creo que soy una persona serena y que afronta las cosas que le vienen como puede. ¿Bañado en lágrimas? Pues sí, a veces.

Este año ha sido horrible. Muy duro. He perdido a mi padre y a mi mejor amigo (Barri); se han muerto dos tías mayores muy queridas; me han entrado a robar en casa; me han operado de una rodilla; mi hija pequeña se cayó por una escalera mécanica y perdió dos dientes y se llevó tres puntos en el labio, pero pudo haber sido mucho peor; una buena amiga y mi madrina tienen cáncer; he tenido a mi madre ingresada mientras mi padre luchaba a brazo partido por seguir con vida... Y el curro, pues ya lo dijo la gran Pelajia: "El trabaju tiene cara de perru".

No sé de dónde he sacado fuerzas para sobreponerme a todo esto, pero el caso es que sigo tirando del carro y me levanto todos los días dispuesto a batirme el cobre para dar lo mejor a mis hijas. No, no es fácil, pero eso de que “hay que seguir”, “la vida sigue” o cómo uno quiera llamarlo es cierto.

Dicen que “añorar el pasado es correr tras el viento”, pero no creo que la nostalgia sea mala. Lo que es malo es aferrarse a ese pasado y no querer mirar hacia el futuro. ¿Lo mejor de todo? Pues que mañana volverá a salir el sol.

Honro todos los días la memoria de quienes nos dieron tanto y ya no están con nosotros; doy gracias por lo que tengo; he perdido el interés enfermizo por lo material; y me siento muy afortunado por tener a una mujer y unas hijas a las que adoro, una familia a la que quiero y unos amigos que están conmigo cuando los necesito. Yo no puedo pedir más porque lo tengo todo. Debe ser que las enseñanzas de San Agustín prendieron en mí: "No se trata de tener más sino de necesitar menos". Amén.

martes, 2 de diciembre de 2008

La eterna nostalgia marina


Diecisiete años en Madrid no logran que uno se olvide de algunas cosas... La foto está hecha por sorpresa en plena fase de rehabilitación de la rodilla derecha. Hacía fresquito y el bolsillo de la sudadera me vino de perlas; cuando se me enfrían las manos, malo. Nada como pasear con el agua por los tobillos. Placer de dioses.